La mitad de los maltratadores encarcelados niegan las agresiones
CRUZ MORCILLO | MADRID
«¿Qué pasaría si en lugar de 19 mujeres asesinadas en poco más de tres meses fueran 19 futbolistas, 19 panaderos o 19 taxistas? Sería insoportable». Son palabras del delegado del Gobierno para la Violencia de Género, Miguel Lorente, que pretenden remover conciencias. Sólo dos horas después ya no eran 19 sino 21 las víctimas mortales, tras confirmarse casi con certeza el caso de Zaragoza (donde el bebé también fue asesinado) y otro crimen en Madrid donde una joven ecuatoriana fue apuñalada por su ex pareja con la que había roto el día anterior.
Abril con estos datos puede convertirse en el más sangriento de la última década, con ocho muertes en sólo 14 días; además se han producido 10 agresiones graves. Sólo tres de las asesinadas habían denunciado a su maltratador y tenían orden de protección en vigor, lo que supone una drástica disminución de las denuncias previas que han pasado del 45,5 por ciento el año pasado al 15,8. «Se está minimizando el riesgo en parte por el debate arficial sobre la falta de credibilidad de las víctimas que denuncian», explicó Lorente, quien criticó las tesis del juez Serrano y compañía «que no acompañadas por datos reales».
El discurso de que la mujer denuncia para obtener beneficio y que se está atacando a los hombres «da alas a los maltratadores», reflexionó el delegado del Gobierno. Las cifras respaldan su argumento: más del 40 por ciento de los condenados por violencia de género a penas superiores a dos años, es decir, encarcelados, niega haber cometido el delito. Lorente destacó la sangría de mujeres víctimas mayores de 51 años (tres de cada diez) al tiempo que ha descendido el de las que aún no han entrado en la treintena. Casi la mitad de los asesinos tiene más de 51 años. «Son crímemenes morales, no instrumentales», argumentó el «número 2» de Igualdad. El autor «no quiere romper la relación, sino reforzar su posición con la violencia». Si llega esa ruptura, él no la acepta y precipita la muerte, de ahí que en esas edades los suicidios posteriores también sean más numerosos.
El mito de que los asesinatos proliferan cuando la situación económica es mala es falso -ni uno de los agresores estaba en paro y sólo tenían esa situación un 7 por ciento de las víctimas-. Las cifras revelan que tras un homicidio los casos se suceden (se ha dado una acumulación de crímenes del 70% en los dos días siguientes al inicial).
Lorente se mostró muy crítico con el escaso uso que los jueces están haciendo de los dispositivos GPS para proteger a las víctimas consideradas de alto riesgo. Hay cerca de 3.000 «pulseras antimaltrato» disponibles y sólo están activos 248 dispositivos. Algunos magistrados aún no se han debido de enterar que hoy medio millar de mujeres pueden ser asesinadas, según la Policía.
CRUZ MORCILLO | MADRID
«¿Qué pasaría si en lugar de 19 mujeres asesinadas en poco más de tres meses fueran 19 futbolistas, 19 panaderos o 19 taxistas? Sería insoportable». Son palabras del delegado del Gobierno para la Violencia de Género, Miguel Lorente, que pretenden remover conciencias. Sólo dos horas después ya no eran 19 sino 21 las víctimas mortales, tras confirmarse casi con certeza el caso de Zaragoza (donde el bebé también fue asesinado) y otro crimen en Madrid donde una joven ecuatoriana fue apuñalada por su ex pareja con la que había roto el día anterior.
Abril con estos datos puede convertirse en el más sangriento de la última década, con ocho muertes en sólo 14 días; además se han producido 10 agresiones graves. Sólo tres de las asesinadas habían denunciado a su maltratador y tenían orden de protección en vigor, lo que supone una drástica disminución de las denuncias previas que han pasado del 45,5 por ciento el año pasado al 15,8. «Se está minimizando el riesgo en parte por el debate arficial sobre la falta de credibilidad de las víctimas que denuncian», explicó Lorente, quien criticó las tesis del juez Serrano y compañía «que no acompañadas por datos reales».
El discurso de que la mujer denuncia para obtener beneficio y que se está atacando a los hombres «da alas a los maltratadores», reflexionó el delegado del Gobierno. Las cifras respaldan su argumento: más del 40 por ciento de los condenados por violencia de género a penas superiores a dos años, es decir, encarcelados, niega haber cometido el delito. Lorente destacó la sangría de mujeres víctimas mayores de 51 años (tres de cada diez) al tiempo que ha descendido el de las que aún no han entrado en la treintena. Casi la mitad de los asesinos tiene más de 51 años. «Son crímemenes morales, no instrumentales», argumentó el «número 2» de Igualdad. El autor «no quiere romper la relación, sino reforzar su posición con la violencia». Si llega esa ruptura, él no la acepta y precipita la muerte, de ahí que en esas edades los suicidios posteriores también sean más numerosos.
El mito de que los asesinatos proliferan cuando la situación económica es mala es falso -ni uno de los agresores estaba en paro y sólo tenían esa situación un 7 por ciento de las víctimas-. Las cifras revelan que tras un homicidio los casos se suceden (se ha dado una acumulación de crímenes del 70% en los dos días siguientes al inicial).
Lorente se mostró muy crítico con el escaso uso que los jueces están haciendo de los dispositivos GPS para proteger a las víctimas consideradas de alto riesgo. Hay cerca de 3.000 «pulseras antimaltrato» disponibles y sólo están activos 248 dispositivos. Algunos magistrados aún no se han debido de enterar que hoy medio millar de mujeres pueden ser asesinadas, según la Policía.