Un hombre ataviado con una gabardina recorre los pasillos de una cadena mediana de alimentación. Se acerca a la zona de charcutería y en un abrir y cerrar de ojos introduce una bandeja de carne en el bolsillo de la chaqueta, que previamente había forrado con papel de aluminio. Ocurrió la semana pasada y el vigilante de seguridad frustró su maniobra. Se trata de situaciones antaño aisladas, que cada vez son más habituales. Este tipo de robos en supermercados va en aumento en la Comunitat. Crecen los casos de sustracción de alimentos de primera necesidad y, dada la crisis económica actual, todavía irán a más», alerta el responsable autonómico de la sectorial de seguridad de UGT-PV, Saturnino Martínez.
Los principales productos objeto de robo son latas de conserva y fiambres, que ya van empaquetados y que son fáciles de esconder. También pañales. Aunque en este caso no se suelen llevan los voluminosos paquetes enteros sino que los abren, cogen sólo algunos y los ocultan en el bolso como si los portaran antes de entrar al establecimiento. Son los conocidos como hurtos famélicos, cometidos con el único fin de comer. «El perfil de quienes recurren a ello es heterogéneo pero cada vez hay más parados», detalla Martínez.
De hecho, algunas cadenas han aumentado sus mecanismos de seguridad llegando a colocar alarmas a determinados productos, como los quesos. «Las intervenciones por estos hurtos se han disparado. En un sólo día nuestros vigilantes realizan varias actuaciones en la Comunitat», confirma el secretario general de la Asociación Patronal Valenciana de Seguridad y Servicios (Apvss), José Luis Roberto.
Si hace unos años predominaban los robos con violencia de productos caros para darles una salida al mercado negro, ahora crecen estos hurtos famélicos. «Predominan los de comida, que se ve que son por necesidad, y en los que no hay violencia», añade Roberto. Quienes perpretan estas acciones delictivas no portan un arma blanca en la mano sino que, en caso de ser sorprendidos, devuelven el producto avergonzados. Se ha dado el caso incluso de clientes que revelan lo que van a hacer al no quedarles otra salida. «Yo me lo tengo que llevar porque lo necesito así que hagan lo que quieran», espetó un padre de familia hace poco en un pequeño negocio de alimentación de Valencia.
El presidente de la Asociación de Supermercados de la Comunitat (Asucova), Pedro Reig, admite que en «los últimos tiempos puede haberse producido un repunte» pero matizan que es algo «puntual» y que no supone una gran «preocupación».
Por su parte, el presidente de la Asociación Valenciana de Directores de Seguridad, Jacinto Avadise, explica que sigue habiendo casos de hurtos cometidos por grupos estructurados en centros comerciales, aunque han ido en descenso. «Se trata de personas sobre todo extranjeras que están organizadas y que, incluso, cada miembro tienen una función. Unos preparan la mercancía a robar, otros vigilar y otros la recogen. No les importa cometer el robo y salir corriendo», cuenta.
Aparicio añade que se trata de artículos para la reventa, como prendas de ropa de las que se llevan diferentes tallas, «y cada vez más productos de limpieza, cosmética y perfumes para revenderlos en el mercado negro», añade.
Ante ello, ¿cómo actúan los establecimientos? Roberto asegura que los hurtos han llevado a muchos negocios, incluso de pequeño tamaño, a contratar a más vigilantes porque les sale más rentable pagar ese servicio que las pérdidas que pueden acarrear.
Sin embargo, el secretario provincial de seguridad privada de UGT-PV, José Manuel Blanco, asegura que «pese a que con la crisis han aumentado los hurtos, no todos invierten lo suficiente en seguridad».
http://www.lasprovincias.es/v/20121129/comunitat/supermercados-sufren-oleada-robos-20121129.html
Los principales productos objeto de robo son latas de conserva y fiambres, que ya van empaquetados y que son fáciles de esconder. También pañales. Aunque en este caso no se suelen llevan los voluminosos paquetes enteros sino que los abren, cogen sólo algunos y los ocultan en el bolso como si los portaran antes de entrar al establecimiento. Son los conocidos como hurtos famélicos, cometidos con el único fin de comer. «El perfil de quienes recurren a ello es heterogéneo pero cada vez hay más parados», detalla Martínez.
De hecho, algunas cadenas han aumentado sus mecanismos de seguridad llegando a colocar alarmas a determinados productos, como los quesos. «Las intervenciones por estos hurtos se han disparado. En un sólo día nuestros vigilantes realizan varias actuaciones en la Comunitat», confirma el secretario general de la Asociación Patronal Valenciana de Seguridad y Servicios (Apvss), José Luis Roberto.
Si hace unos años predominaban los robos con violencia de productos caros para darles una salida al mercado negro, ahora crecen estos hurtos famélicos. «Predominan los de comida, que se ve que son por necesidad, y en los que no hay violencia», añade Roberto. Quienes perpretan estas acciones delictivas no portan un arma blanca en la mano sino que, en caso de ser sorprendidos, devuelven el producto avergonzados. Se ha dado el caso incluso de clientes que revelan lo que van a hacer al no quedarles otra salida. «Yo me lo tengo que llevar porque lo necesito así que hagan lo que quieran», espetó un padre de familia hace poco en un pequeño negocio de alimentación de Valencia.
El presidente de la Asociación de Supermercados de la Comunitat (Asucova), Pedro Reig, admite que en «los últimos tiempos puede haberse producido un repunte» pero matizan que es algo «puntual» y que no supone una gran «preocupación».
Por su parte, el presidente de la Asociación Valenciana de Directores de Seguridad, Jacinto Avadise, explica que sigue habiendo casos de hurtos cometidos por grupos estructurados en centros comerciales, aunque han ido en descenso. «Se trata de personas sobre todo extranjeras que están organizadas y que, incluso, cada miembro tienen una función. Unos preparan la mercancía a robar, otros vigilar y otros la recogen. No les importa cometer el robo y salir corriendo», cuenta.
Aparicio añade que se trata de artículos para la reventa, como prendas de ropa de las que se llevan diferentes tallas, «y cada vez más productos de limpieza, cosmética y perfumes para revenderlos en el mercado negro», añade.
Ante ello, ¿cómo actúan los establecimientos? Roberto asegura que los hurtos han llevado a muchos negocios, incluso de pequeño tamaño, a contratar a más vigilantes porque les sale más rentable pagar ese servicio que las pérdidas que pueden acarrear.
Sin embargo, el secretario provincial de seguridad privada de UGT-PV, José Manuel Blanco, asegura que «pese a que con la crisis han aumentado los hurtos, no todos invierten lo suficiente en seguridad».
http://www.lasprovincias.es/v/20121129/comunitat/supermercados-sufren-oleada-robos-20121129.html