Un guardia civil que dio el cante
23.10.12 - 00:36 - SILVIA TUBIO | CÁDIZ.
Este funcionario junto a un expolicía condenado en 2009 por colaboración con los narcos fueron enviados a prisión este fin de semana
El agente implicado en una operación antidroga hacía gala de un nivel de vida alto
La operación desarrollada la semana pasada por el Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) de la Guardia Civil de Cádiz no fue un operativo más de los muchos que ejecuta a lo largo del año en esta provincia, castigada especialmente por el tráfico de estupefacientes. Esta investigación tiene como peculiaridad que ha arrastrado a dos funcionarios de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y a un expolicía expulsado por colaborar con una banda de narcos; una implicación directa por la que fue condenado en 2009. Tanto este exagente como el funcionario de la Benemérita fueron enviados a prisión el pasado fin de semana junto a otros seis detenidos en una investigación que culminó con el arresto de catorce personas por supuesta pertenencia a una red que actuaba en la Bahía.
Las detenciones de los funcionarios policiales generó un gran revuelo el fin de semana. LA VOZ conoció ayer más datos de estas pesquisas que han salpicado también a camellos de la Bahía por supuesto tráfico de cocaína y hachís.
Las sospechas sobre las posibles actividades ilícitas del agente de la Benemérita nacieron a partir de la ostentación que hacía de un nivel de vida inalcanzable para un guardia civil. Fuentes de la investigación explicaron que este agente, perteneciente al subsector de Tráfico de la Comandancia de Cádiz, tenía su puesto en el centro operativo (COTA), en el acuartelamiento de Cádiz. Compartía estancia con los agentes que vigilan las cámaras del Sive. La imputación que pesa sobre él es que facilitó información a la red de narcos desarticulada visualizando las imágenes que llegaban al cuartel a través del Sive. Dichos datos servirían para saber cuándo era el momento idóneo para introducir alijos.
El EDOA se centró en su persona al cometer supuestamente el mismo error que los narcos que son cazados por los cuerpos policiales: no esconder un alto nivel de vida, incompatible con los ingresos reconocidos. Vehículos de gama alta y numerosos viajes al extranjero, de los que habría dado cuenta en las redes sociales, fueron los primeros indicios para hacer sospechar a sus compañeros, que le abrieron una investigación interna. Junto a estas pruebas, los agentes habrían obtenido conversaciones muy comprometedoras del guardia con integrantes de la red. Este material ha servido para que el juez instructor ordenara su ingreso en prisión como medida cautelar.
El otro funcionario policial implicado en el caso es un subinspector destinado en la Comisaría de La Isla. A diferencia del agente de la Benemérita, Francisco L. L. quedó en libertad con cargos. Como ya informara LA VOZ el pasado sábado, está imputado en un delito de revelación de secretos. Fuentes consultadas por este medio confirmaron que Francisco L. L. ha negado en rotundo cualquier participación delictiva en su declaración. Su nombre saltó en el caso, vinculado a su antiguo compañero del Cuerpo Francisco G. G., que también ha sido enviado a la cárcel. Este exagente de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV), que estuvo destinado en Cádiz, le habría pedido que le verificara la información sobre una serie de placas de matrícula de vehículos.
La sospecha que le ha llevado delante de un juez es que ayudó presuntamente a Francisco G. G. con esta información para indicarle qué vehículos podían ser coches camuflados de la Guardia Civil. La versión del subinspector es completamente distinta. Asegura que su excompañero, condenado en 2009 por la Audiencia Provincial a 18 meses de prisión por una acusación similar, le habría engañado. Le pidió que le corroborara esa información porque le aseguró que eran coches sospechosos que podían ser de una banda de delincuentes. Creyó que estaba ante un posible chivatazo y no que estaba ayudando a una red de narcos.
23.10.12 - 00:36 - SILVIA TUBIO | CÁDIZ.
Este funcionario junto a un expolicía condenado en 2009 por colaboración con los narcos fueron enviados a prisión este fin de semana
El agente implicado en una operación antidroga hacía gala de un nivel de vida alto
La operación desarrollada la semana pasada por el Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) de la Guardia Civil de Cádiz no fue un operativo más de los muchos que ejecuta a lo largo del año en esta provincia, castigada especialmente por el tráfico de estupefacientes. Esta investigación tiene como peculiaridad que ha arrastrado a dos funcionarios de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y a un expolicía expulsado por colaborar con una banda de narcos; una implicación directa por la que fue condenado en 2009. Tanto este exagente como el funcionario de la Benemérita fueron enviados a prisión el pasado fin de semana junto a otros seis detenidos en una investigación que culminó con el arresto de catorce personas por supuesta pertenencia a una red que actuaba en la Bahía.
Las detenciones de los funcionarios policiales generó un gran revuelo el fin de semana. LA VOZ conoció ayer más datos de estas pesquisas que han salpicado también a camellos de la Bahía por supuesto tráfico de cocaína y hachís.
Las sospechas sobre las posibles actividades ilícitas del agente de la Benemérita nacieron a partir de la ostentación que hacía de un nivel de vida inalcanzable para un guardia civil. Fuentes de la investigación explicaron que este agente, perteneciente al subsector de Tráfico de la Comandancia de Cádiz, tenía su puesto en el centro operativo (COTA), en el acuartelamiento de Cádiz. Compartía estancia con los agentes que vigilan las cámaras del Sive. La imputación que pesa sobre él es que facilitó información a la red de narcos desarticulada visualizando las imágenes que llegaban al cuartel a través del Sive. Dichos datos servirían para saber cuándo era el momento idóneo para introducir alijos.
El EDOA se centró en su persona al cometer supuestamente el mismo error que los narcos que son cazados por los cuerpos policiales: no esconder un alto nivel de vida, incompatible con los ingresos reconocidos. Vehículos de gama alta y numerosos viajes al extranjero, de los que habría dado cuenta en las redes sociales, fueron los primeros indicios para hacer sospechar a sus compañeros, que le abrieron una investigación interna. Junto a estas pruebas, los agentes habrían obtenido conversaciones muy comprometedoras del guardia con integrantes de la red. Este material ha servido para que el juez instructor ordenara su ingreso en prisión como medida cautelar.
El otro funcionario policial implicado en el caso es un subinspector destinado en la Comisaría de La Isla. A diferencia del agente de la Benemérita, Francisco L. L. quedó en libertad con cargos. Como ya informara LA VOZ el pasado sábado, está imputado en un delito de revelación de secretos. Fuentes consultadas por este medio confirmaron que Francisco L. L. ha negado en rotundo cualquier participación delictiva en su declaración. Su nombre saltó en el caso, vinculado a su antiguo compañero del Cuerpo Francisco G. G., que también ha sido enviado a la cárcel. Este exagente de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV), que estuvo destinado en Cádiz, le habría pedido que le verificara la información sobre una serie de placas de matrícula de vehículos.
La sospecha que le ha llevado delante de un juez es que ayudó presuntamente a Francisco G. G. con esta información para indicarle qué vehículos podían ser coches camuflados de la Guardia Civil. La versión del subinspector es completamente distinta. Asegura que su excompañero, condenado en 2009 por la Audiencia Provincial a 18 meses de prisión por una acusación similar, le habría engañado. Le pidió que le corroborara esa información porque le aseguró que eran coches sospechosos que podían ser de una banda de delincuentes. Creyó que estaba ante un posible chivatazo y no que estaba ayudando a una red de narcos.