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Obligatoriedad de que las Universidades dispongan en plantilla de un Director y de un Departamento de Seguridad

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Juanito

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Obligatoriedad de que las Universidades dispongan en plantilla de un Director y de un Departamento de Seguridad

120916 Informe seguridad Universidades españolas (2)
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Rafael Vidal Delgado

Coronel de Artillería en la Reserva
Diplomado de Estado Mayor
Doctor en Historia por la Universidad de Granada

Diplomado y profesor del Master Ejecutivo en Dirección de Seguridad Global (MEDSEG)
Diplomado y profesor principal del Master Ejecutivo en Dirección de Sistemas de Emergencia (MEDSEM)
Asesor de Planificación Estratégica de Belt Ibérica, S.A.

BELT IBÉRICA S.A.
rvidal@belt.es


Preámbulo

Repasando de forma rápida los organigramas de distintas universidades españolas, se ha podido comprobar que la gestión de la seguridad, en su sentido de “security” brilla totalmente por su ausencia.

De todas las universidades consultadas, la de Granada, dispone en su plantilla de un puesto orgánico con la titulación de “Director de Seguridad”, dentro de la Gerencia. Las universidades Complutense, Autónoma de Madrid y Burgos, tiene la primera una Unidad de Control y Seguridad, la segunda un Servicio de Seguridad e Información, y la tercera un Jefe de Seguridad y Servicios, sin que se haya podido consultar la titulación exigible a los máximos responsables de estos organismos.

Las demás universidades, incluidas algunas tan voluminosas como la de Barcelona, la única referencia a seguridad se encuentra en el Servicio de Prevención (denominado de distintas formas).

Es decir, las universidades españolas obvian la seguridad, tanto en lo corporativo, como de información, como de infraestructuras críticas. Cuando se pregunta a los responsables de gobierno de una universidad, si se dispone de seguridad, se contesta: “hemos contratado a una empresa de seguridad”, considerando que con ello cubren sus responsabilidades en esta materia, cuando no es ni mucho menos así.

Antes se ha mencionado la “security”, aunque también podría añadirse que se obvia algo de la “safety” en el sentido que se identifica la autoprotección con prevención de riesgos laborales y no hay más que ir a la legislación de protección civil y al Real decreto 393/2007 para entender que no son la misma cosa.

En este artículo, a través de una disección legal y de las actividades que se realizan en una universidad, se pretende demostrar, sobre la obligatoriedad de que la inmensa mayoría de las universidades españolas, de disponer de un Director y de un Departamento de Seguridad.

El querer globalizar todas las universidades españolas, se pierde bastante de su casuística, dadas las diferencias sustanciales que existen entre unas y otras: con campus y sin campus; dispersas por la ciudad y agrupadas en uno o dos edificios; con terrenos privados y públicos; etc.

Por ello, cada centro, tras la lectura y reflexión sobre el presente informe, podrá evaluar la obligatoriedad o no de disponer de un servicio de seguridad.

Sorprende que el ministerio del Interior, tan puntilloso en los temas de emergencia y protección civil y en seguridad ciudadana y pública, no haya exigido y tenido en cuenta que si una universidad dispone de seguridad privada, de acuerdo a lo estipulado en la normativa correspondiente, podrá reducir sus esfuerzos en estos ámbitos y al mismo tiempo dispondrán de un “interlocutor válido”: el Director de Seguridad homologado por el Ministerio del Interior, tal como preconiza la legislación relacionada con las infraestructuras críticas.

Por otro lado, en las exposiciones de motivo, preámbulos e introducciones de la normativa relacionada con la seguridad, autoprotección, riesgos laborales, etc., se hace hincapié en la necesidad de fomentar entre los ciudadanos en general y los trabajadores en sus correspondientes puestos de trabajo, las obligaciones que contraen en lo concerniente a esta importante constante de su vida, pero he aquí que la Universidad española, no dedica ni el 1/1.000 de su tiempo formativo a insertar en las mentes de los estudiantes y futuros líderes sociales y empresariales, la necesidad de cuidar y “pensar” en la seguridad.

El autor de estas líneas ha pretendido en reiteradas ocasiones impartir, por supuesto gratuitamente, algunas charlas sobre el tema en diversas universidades y la negativa de sus órganos de gobierno ha sido permanente.

Estando una de mis hijas en la Universidad, estudiando ingeniería industrial, formaba parte de una de las asociaciones de alumnos, proponiendo a la dirección de la escuela (Universidad de Málaga) impartir diez horas (un crédito anterior a Bolonia) sobre seguridad y crisis en la industria. No me pude negar al requerimiento de mi hija, hoy relevante ingeniero superior, y en concordancia con la dirección del centro programamos un día entero, desde las 09:00 horas hasta las 21:00 horas, de diez charlas sobre el tema. El reto era apasionante y personalmente temía por quedarme sin voz. Mi interlocutor, aparte de la asociación de alumnos era el ingeniero subdirector, persona joven, animosa y muy abierta, el cual me preguntó el número ideal de alumnos concurrente para que fuera óptimo ese pequeño ciclo formativo. Ante mi propuesta de unos treinta o cuarenta alumnos, me dijo que imposible, que tenían que ser muchos más, porque la expectación era muy buena. Al final acordamos que el curso se impartiría para cien alumnos de ingeniería y económicas. Dos días antes de iniciar el curso, me llamó por teléfono para decirme que las previsiones habían sido totalmente superadas y que me proponía elevar el número de asistentes a 150 y que contáramos con el aula magna.

Tras más de treinta años dando clases, nunca fue tan gratificante, enclaustrarme durante diez horas (el subdirector de la Escuela Superior de Ingenieros Industriales estuvo en primera fila), desgranando una a una las diez charlas que tenía programadas. Por su parte la asociación de alumnos, recogía las firmas de los asistentes, para que no hubiera ningún “listillo”. Creo que no hubo necesidad. A las diez y media de la noche, totalmente agotado y tras responder a múltiples preguntas de los estudiantes, cerramos, a petición mía, el ciclo formativo, despidiéndome los 150 estudiantes, a los que se unieron bastantes profesores, con una cariñosa ovación. Los asistentes recibieron un diploma firmado por el subdirector de la ETIISS y yo.

No se pretende con esta anécdota “glorificar” al autor, el cual con 65 años, está de vuelta de muchas cosas. Su única finalidad es recordar a los gobiernos de las universidades españolas, las carencias que tienen este tipo de conocimientos, con los cuales se va a encontrar cualquier profesional que salga de la universidad y entre en la sociedad civil.

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