La Audiencia Nacional ha condenado a 20 años de prisión al ex jefe del aparato militar de ETA Francisco Javier García Gaztelu, 'Txapote', y a dos presuntos miembros del 'comando Bolueta' por el intento de asesinato del concejal del PSE Martín Martínez el 22 de enero de 2001.
Así lo ha acordado la sección cuarta de la Sala de lo Penal de este tribunal en una sentencia en la que considera culpables a 'Txapote',Ángel López Anta y Xabier Zabalo Beitia de los delitos de conspiración de asesinato terrorista y estragos pero les absuelve del de pertenencia al haber ya sido condenados por ello.
Los magistrados consideran probado que García Gaztelu "ordenó y facilitó" al 'comando Bolueta', del que también formaba parte Óscar Calabozo, un vehículo que había sido sustraído en diciembre de 2000 en Deva (Guipúzcoa) y al que sustituyeron las placas de matrícula por otras falsas, "con objeto de poner fin a la vida" del edil.
Mientras, Zabalo se encargó de preparar y colocar en el coche un artefacto explosivo compuesto por 60 kilos de explosivo industrial a base de nitrato amónico.
Para preparar el asesinato, Calabozo y López Anta mantuvieron varias reuniones con su jefe militar en el sur de Francia, quien les ordenaba realizar vigilancias y seguimientos de su objetivo para conocer su domicilio, hábitos y lugares que frecuentaba y les instruyó en el manejo de armas y explosivos.
El 22 de enero de 2001, prosiguen, estacionaron el vehículo en un lugar que frecuentaba el edil al que, sin embargo, no acudió ese día, por lo que condujeron el coche-bomba hasta el Paseo del Puerto de Getxo (Vizcaya) para usarlo contra la compañía "Seguros Bilbao".
Sin embargo, tuvieron que desistir al no encontrar aparcamiento, por lo que lo estacionaron frente a un bloque de viviendas dando previo aviso al diario 'Gara' y a la Asociación de Ayuda en Carretera (DYA). Finalmente, el artefacto fue desactivado por la Ertzaintza a las 02.55 horas del 23 de enero.
El tribunal menciona las declaraciones que efectuó Calabozo en sede policial en las que reconoció las actividades del 'comando Bolueta' y haber mantenido diversas citas en Francia con 'Txapote', no sólo para informarle de los datos obtenidos en las vigilancias, sino para recibir instrucciones sobre cómo actuar y medios para llevar a cabo los atentados, tales como el vehículo y el explosivo "necesario para cometer la acción mortífera ordenada".
Una declaración que está avalada por las anotaciones manuscritas que aparecen en las citas apuntadas en la agenda que se le incautó a 'Txapote' tras ser detenido en Francia en 2002, que habían sido "puestas de puño y letra" del ex jefe militar de ETA.
Insiste la sala en que, aunque Calabozo intentó desdecirse de estas afirmaciones cuando declaró como testigo en el juicio celebrado el pasado 13 de febrero en el que se mostró "conscientemente desmemoriado", ratificó haber firmado los reconocimientos fotográficos que admitió de los otros acusados.
Otra de las pruebas que recoge la sentencia es que el propio Zabalo, de quien "sin pertenecer al comando", admitió haber preparado el explosivo y colocarlo en el coche, lo cual viene corroborado por el hecho de que aparecieran sus huellas en el artefacto y en el periódico que usó para que sus compañeros identificaran el vehículo en la bandeja trasera.
Asimismo, recuerdan que Zabalo afirmó en la vista oral que sus huellas estaban allí porque "él trabajaba en eso, era su quehacer" dentro del comando.
Así lo ha acordado la sección cuarta de la Sala de lo Penal de este tribunal en una sentencia en la que considera culpables a 'Txapote',Ángel López Anta y Xabier Zabalo Beitia de los delitos de conspiración de asesinato terrorista y estragos pero les absuelve del de pertenencia al haber ya sido condenados por ello.
Los magistrados consideran probado que García Gaztelu "ordenó y facilitó" al 'comando Bolueta', del que también formaba parte Óscar Calabozo, un vehículo que había sido sustraído en diciembre de 2000 en Deva (Guipúzcoa) y al que sustituyeron las placas de matrícula por otras falsas, "con objeto de poner fin a la vida" del edil.
Mientras, Zabalo se encargó de preparar y colocar en el coche un artefacto explosivo compuesto por 60 kilos de explosivo industrial a base de nitrato amónico.
Para preparar el asesinato, Calabozo y López Anta mantuvieron varias reuniones con su jefe militar en el sur de Francia, quien les ordenaba realizar vigilancias y seguimientos de su objetivo para conocer su domicilio, hábitos y lugares que frecuentaba y les instruyó en el manejo de armas y explosivos.
El 22 de enero de 2001, prosiguen, estacionaron el vehículo en un lugar que frecuentaba el edil al que, sin embargo, no acudió ese día, por lo que condujeron el coche-bomba hasta el Paseo del Puerto de Getxo (Vizcaya) para usarlo contra la compañía "Seguros Bilbao".
Sin embargo, tuvieron que desistir al no encontrar aparcamiento, por lo que lo estacionaron frente a un bloque de viviendas dando previo aviso al diario 'Gara' y a la Asociación de Ayuda en Carretera (DYA). Finalmente, el artefacto fue desactivado por la Ertzaintza a las 02.55 horas del 23 de enero.
El tribunal menciona las declaraciones que efectuó Calabozo en sede policial en las que reconoció las actividades del 'comando Bolueta' y haber mantenido diversas citas en Francia con 'Txapote', no sólo para informarle de los datos obtenidos en las vigilancias, sino para recibir instrucciones sobre cómo actuar y medios para llevar a cabo los atentados, tales como el vehículo y el explosivo "necesario para cometer la acción mortífera ordenada".
Una declaración que está avalada por las anotaciones manuscritas que aparecen en las citas apuntadas en la agenda que se le incautó a 'Txapote' tras ser detenido en Francia en 2002, que habían sido "puestas de puño y letra" del ex jefe militar de ETA.
Insiste la sala en que, aunque Calabozo intentó desdecirse de estas afirmaciones cuando declaró como testigo en el juicio celebrado el pasado 13 de febrero en el que se mostró "conscientemente desmemoriado", ratificó haber firmado los reconocimientos fotográficos que admitió de los otros acusados.
Otra de las pruebas que recoge la sentencia es que el propio Zabalo, de quien "sin pertenecer al comando", admitió haber preparado el explosivo y colocarlo en el coche, lo cual viene corroborado por el hecho de que aparecieran sus huellas en el artefacto y en el periódico que usó para que sus compañeros identificaran el vehículo en la bandeja trasera.
Asimismo, recuerdan que Zabalo afirmó en la vista oral que sus huellas estaban allí porque "él trabajaba en eso, era su quehacer" dentro del comando.