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Terrorismo a la gallega
Resistencia Galega es la nueva amenaza separatista. No tiene apoyo social. Se nutre de universitarios y chavales difíciles, manejados por la extrema izquierda
11.12.11 - 00:28 -
CLAVES
Ya son considerados grupo terrorista
Cambio de estrategia
Boda con un etarra
Independentistas queman una bandera española en una manifestación en las calles de Galicia. :: MIGUEL MUÑIZ
Por las ruas de Santiago, Vigo o La Coruña los políticos, intelectuales y empresarios no pasean con escoltas a la espalda, pero reciben correos electrónicos -«te vamos a dar un tiro en la nuca»- que quitan las ganas de salir de casa y recuerdan a los que encajaban hasta hace muy poco sus colegas del País Vasco. Desde 2005, los gallegos vienen soportando en soledad un terrorismo de baja intensidad que ha pasado inadvertido para el resto de un país ensordecido por los bombazos de ETA. Los petardos y pintadas hace tiempo que dejaron de ser noticia, pero la Guardia Civil y la Policía Nacional no han bajado la guardia. Persiguen a un ente abstracto, fantasma, sin infraestructura ni respaldo social, que trata de recomponer las corrientes ideológicas «afines al independentismo más fundamentalista».
Esta nueva amenaza armada y separatista se dio a conocer hace seis años en una web brasileña, donde se autodenominó Resistencia Galega. Se le atribuyen veinte acciones violentas, que nunca ha reivindicado. Sus integrantes tampoco han matado ni herido a nadie. «Pero ahora nos iban a preparar una buena», advierten fuentes policiales.
Un grupo de radicales arroja botellas contra los manifestantes convocados por la asociación Galicia Bilingüe. :: EFE
El rastreo se ha intensificado los dos últimos años y desembocado en el mayor golpe asestado a la banda, en una operación que sigue abierta. La semana pasada echaron el lazo a seis jóvenes de entre 34 y 25 años. Cuatro de ellos duermen a la sombra, después de pasar por la Audiencia Nacional, y otros dos han quedado en libertad. Según las primeras pesquisas, planeaban atentar el día de la Constitución. Se les considera además los presuntos autores de la colocación de artefactos explosivos en sedes del PSOE y PP, en la casa natal de Manuel Fraga, cajeros automáticos y en varias empresas.
Los agentes están todavía sorprendidos de lo que han encontrado durante las detenciones y registros. En el coche de Eduardo Vigo Domínguez, 5,8 kilos de material explosivo. En las casas de sus colegas de Lugo y Vigo, una mochila con un artefacto de dos kilos listo para hacer daño, una garrafa de ocho litros de gasolina, pelucas, una copia del comunicado de ETA donde anunciaba el cese de la violencia... «No son como los terroristas vascos, pero tampoco unos angelitos».
¿Quiénes son entonces? Según expertos antiterroristas, algunos proceden de la Assembleia da Mocidade Independentista (AMI), un grupo heterogéneo de sensibilidades unidas por su nacionalismo radical, desgajadas a su vez de otros partidos de extrema izquierda, como Nós-Unidade Popular y Fronte Popular Galega. Un mosaico de siglas en las que se integra la cantera del ala más extremista del independentismo, que ha intentando al menos tres veces reunificar al llamado Movimiento de Liberación Nacional Galego. Resistencia Galega sería su brazo armado. Pero son suposiciones más o menos afinadas. Certezas hay pocas, más allá de las bombas, amenazas y otros sabotajes a todo lo que huela a rojo y gualda.
En medios policiales hablan de una veintena de activistas y «como mucho» de medio millar de simpatizantes, comandados quizás por Antón García Matos, Toninho, vinculado en los años ochenta al Exército Guerrilleiro do Povo Galego Ceive, motivo por el que estuvo en prisión varios años. Pero aquí también hay dudas. Para algunos expertos este hombre es el ideólogo, el vértice superior de la organización. El que fija los objetivos y da órdenes a través de sus hombres de confianza. Hasta hace poco se le situaba en Portugal. Fue detenido en Santiago el 14 de noviembre de 2005 y puesto en libertad por la Audiencia Nacional dos días después, junto a otras nueve personas que habían sido acusadas de asociación ilícita, enaltecimiento del terrorismo, daños y alteración del orden público.
Los resultados judiciales de la 'operación Castiñeira' no pudieron ser más desalentadores para la Guardia Civil y la Policía Nacional, que llevan años quejándose públicamente de la falta de medios y desatención de algunos jueces y fiscales de Madrid para combatir a estos terroristas 'light'.
En julio de 2006, medio año después de que le dejaran en libertad, llegaban nuevas pruebas al juzgado de que Toninho tenía mucho que ver con el atentado con bomba del 23 de julio de 2005 en un cajero de Caixa Galicia, en Santiago, el 'bautismo de fuego' de Resistencia Galega. El juez Fernando Andreu dictó entonces una orden de busca y captura por terrorismo. Hasta hoy. Se sospecha que todos estos años se ha refugiado en Portugal, donde el grupo habría tenido su particular santuario. Pero la Policía lusa también les ha perseguido y Toninho podría haber salido del país vecino y vivir «muy escondido» en Galicia.
En otros medios policiales se descarta que este hombre de buena planta y «absolutamente fanatizado», del que apenas se ha publicado una foto en un medio gallego, retirada por las presiones familiares, sea el verdadero jefe de la banda. «Cuando apresas a estos chicos sale a relucir su inmadurez emocional, son infantiles, inseguros. Ese infantilismo psíquico lleva a pensar que por sí mismos son incapaces de organizarse. Aquí hay un líder secreto que maneja a estas marionetas, un intelectual. Y tenemos que llegar a él como sea para acabar con todo esto».
Resistencia Galega se nutre por un lado de «chavales difíciles» que recluta en institutos de pueblo, pero también pesca en sectores minoritarios, pero muy radicalizados ideológicamente, de la universidad. Uno de los detenidos la semana pasada en Lugo, Antón Santos Pérez, de 32 años, es profesor de Historia en la Universidad de Santiago de Compostela. «Un chico con un expediente realmente brillante», destacan anonadados en su facultad.
Uxio Caamaño Santiso y Xiana Rodríguez Gómez, en el juicio donde fueron condenados a cinco y tres años de cárcel, por poner una bomba en un cajero. :: EMILIO NARANJO/EFE
Fútbol y 'herrikos'
Tampoco se puede olvidar el granero de los campos de fútbol. «Ahí donde veas a los ultras, por ahí andan ellos», apuntan fuentes de la lucha antiterrorista. Tienen, además, sus 'herrikos', sus bares, que hasta hace muy poco recibían ayudas públicas en calidad de centros sociales. Han sido su principal fuente de financiación, que ahora es mínima. «La gente no se hace una idea del submundo que existe en esos locales. Es una madeja invisible de la que vas tirando y nunca se acaba porque tiene ramificaciones por varias partes», alerta Gloria Lago, presidenta de Galicia Bilingüe, una asociación que reivindica, entre otras cuestiones, el derecho a poder estudiar en castellano. «Durante años se han camuflado bajo todo tipo de actividades, pero hemos ido cerrando sus locales. Hay que darle y darle, hacer seguimiento sin parar, para que esto no vaya a más», precisan en la Policía.
Para Antón Losada, periodista y profesor de Ciencia Política en la Universidad de Santiago, «es un fenómeno que no tiene ningún tipo de nutriente social. No hay ningún partido que les apoye y ha ido creciendo la percepción social de que no es una anécdota. Al principio era un fenómeno mucho menos organizado, mucho menos agresivo. Parecía todo más improvisado. Resultaba preocupante, pero pensabas que no iba ir a más. Pero ya funcionan como una banda de criminales y necesitan una respuesta más contundente. Hay que entenderlo en la clave de un grupo muy pequeño, muy disciplinado, muy sectario, que se ha ido convirtiendo en algo más. Y no hay que pensar en gente marginal. Estos movimientos de extrema izquierda, si se me permite la frivolidad, están formados, en cierta medida, por señoritos».
http://www.eldiariomontanes.es/v/20111211/sociedad/destacados/terrorismo-gallega-20111211.html
http://noticiasvigilantes.foroactivo.com/t14563-terrorismo-a-la-gallega
Resistencia Galega es la nueva amenaza separatista. No tiene apoyo social. Se nutre de universitarios y chavales difíciles, manejados por la extrema izquierda
11.12.11 - 00:28 -
CLAVES
Ya son considerados grupo terrorista
Cambio de estrategia
Boda con un etarra
Independentistas queman una bandera española en una manifestación en las calles de Galicia. :: MIGUEL MUÑIZ
Por las ruas de Santiago, Vigo o La Coruña los políticos, intelectuales y empresarios no pasean con escoltas a la espalda, pero reciben correos electrónicos -«te vamos a dar un tiro en la nuca»- que quitan las ganas de salir de casa y recuerdan a los que encajaban hasta hace muy poco sus colegas del País Vasco. Desde 2005, los gallegos vienen soportando en soledad un terrorismo de baja intensidad que ha pasado inadvertido para el resto de un país ensordecido por los bombazos de ETA. Los petardos y pintadas hace tiempo que dejaron de ser noticia, pero la Guardia Civil y la Policía Nacional no han bajado la guardia. Persiguen a un ente abstracto, fantasma, sin infraestructura ni respaldo social, que trata de recomponer las corrientes ideológicas «afines al independentismo más fundamentalista».
Esta nueva amenaza armada y separatista se dio a conocer hace seis años en una web brasileña, donde se autodenominó Resistencia Galega. Se le atribuyen veinte acciones violentas, que nunca ha reivindicado. Sus integrantes tampoco han matado ni herido a nadie. «Pero ahora nos iban a preparar una buena», advierten fuentes policiales.
Un grupo de radicales arroja botellas contra los manifestantes convocados por la asociación Galicia Bilingüe. :: EFE
El rastreo se ha intensificado los dos últimos años y desembocado en el mayor golpe asestado a la banda, en una operación que sigue abierta. La semana pasada echaron el lazo a seis jóvenes de entre 34 y 25 años. Cuatro de ellos duermen a la sombra, después de pasar por la Audiencia Nacional, y otros dos han quedado en libertad. Según las primeras pesquisas, planeaban atentar el día de la Constitución. Se les considera además los presuntos autores de la colocación de artefactos explosivos en sedes del PSOE y PP, en la casa natal de Manuel Fraga, cajeros automáticos y en varias empresas.
Los agentes están todavía sorprendidos de lo que han encontrado durante las detenciones y registros. En el coche de Eduardo Vigo Domínguez, 5,8 kilos de material explosivo. En las casas de sus colegas de Lugo y Vigo, una mochila con un artefacto de dos kilos listo para hacer daño, una garrafa de ocho litros de gasolina, pelucas, una copia del comunicado de ETA donde anunciaba el cese de la violencia... «No son como los terroristas vascos, pero tampoco unos angelitos».
¿Quiénes son entonces? Según expertos antiterroristas, algunos proceden de la Assembleia da Mocidade Independentista (AMI), un grupo heterogéneo de sensibilidades unidas por su nacionalismo radical, desgajadas a su vez de otros partidos de extrema izquierda, como Nós-Unidade Popular y Fronte Popular Galega. Un mosaico de siglas en las que se integra la cantera del ala más extremista del independentismo, que ha intentando al menos tres veces reunificar al llamado Movimiento de Liberación Nacional Galego. Resistencia Galega sería su brazo armado. Pero son suposiciones más o menos afinadas. Certezas hay pocas, más allá de las bombas, amenazas y otros sabotajes a todo lo que huela a rojo y gualda.
En medios policiales hablan de una veintena de activistas y «como mucho» de medio millar de simpatizantes, comandados quizás por Antón García Matos, Toninho, vinculado en los años ochenta al Exército Guerrilleiro do Povo Galego Ceive, motivo por el que estuvo en prisión varios años. Pero aquí también hay dudas. Para algunos expertos este hombre es el ideólogo, el vértice superior de la organización. El que fija los objetivos y da órdenes a través de sus hombres de confianza. Hasta hace poco se le situaba en Portugal. Fue detenido en Santiago el 14 de noviembre de 2005 y puesto en libertad por la Audiencia Nacional dos días después, junto a otras nueve personas que habían sido acusadas de asociación ilícita, enaltecimiento del terrorismo, daños y alteración del orden público.
Los resultados judiciales de la 'operación Castiñeira' no pudieron ser más desalentadores para la Guardia Civil y la Policía Nacional, que llevan años quejándose públicamente de la falta de medios y desatención de algunos jueces y fiscales de Madrid para combatir a estos terroristas 'light'.
En julio de 2006, medio año después de que le dejaran en libertad, llegaban nuevas pruebas al juzgado de que Toninho tenía mucho que ver con el atentado con bomba del 23 de julio de 2005 en un cajero de Caixa Galicia, en Santiago, el 'bautismo de fuego' de Resistencia Galega. El juez Fernando Andreu dictó entonces una orden de busca y captura por terrorismo. Hasta hoy. Se sospecha que todos estos años se ha refugiado en Portugal, donde el grupo habría tenido su particular santuario. Pero la Policía lusa también les ha perseguido y Toninho podría haber salido del país vecino y vivir «muy escondido» en Galicia.
En otros medios policiales se descarta que este hombre de buena planta y «absolutamente fanatizado», del que apenas se ha publicado una foto en un medio gallego, retirada por las presiones familiares, sea el verdadero jefe de la banda. «Cuando apresas a estos chicos sale a relucir su inmadurez emocional, son infantiles, inseguros. Ese infantilismo psíquico lleva a pensar que por sí mismos son incapaces de organizarse. Aquí hay un líder secreto que maneja a estas marionetas, un intelectual. Y tenemos que llegar a él como sea para acabar con todo esto».
Resistencia Galega se nutre por un lado de «chavales difíciles» que recluta en institutos de pueblo, pero también pesca en sectores minoritarios, pero muy radicalizados ideológicamente, de la universidad. Uno de los detenidos la semana pasada en Lugo, Antón Santos Pérez, de 32 años, es profesor de Historia en la Universidad de Santiago de Compostela. «Un chico con un expediente realmente brillante», destacan anonadados en su facultad.
Uxio Caamaño Santiso y Xiana Rodríguez Gómez, en el juicio donde fueron condenados a cinco y tres años de cárcel, por poner una bomba en un cajero. :: EMILIO NARANJO/EFE
Fútbol y 'herrikos'
Tampoco se puede olvidar el granero de los campos de fútbol. «Ahí donde veas a los ultras, por ahí andan ellos», apuntan fuentes de la lucha antiterrorista. Tienen, además, sus 'herrikos', sus bares, que hasta hace muy poco recibían ayudas públicas en calidad de centros sociales. Han sido su principal fuente de financiación, que ahora es mínima. «La gente no se hace una idea del submundo que existe en esos locales. Es una madeja invisible de la que vas tirando y nunca se acaba porque tiene ramificaciones por varias partes», alerta Gloria Lago, presidenta de Galicia Bilingüe, una asociación que reivindica, entre otras cuestiones, el derecho a poder estudiar en castellano. «Durante años se han camuflado bajo todo tipo de actividades, pero hemos ido cerrando sus locales. Hay que darle y darle, hacer seguimiento sin parar, para que esto no vaya a más», precisan en la Policía.
Para Antón Losada, periodista y profesor de Ciencia Política en la Universidad de Santiago, «es un fenómeno que no tiene ningún tipo de nutriente social. No hay ningún partido que les apoye y ha ido creciendo la percepción social de que no es una anécdota. Al principio era un fenómeno mucho menos organizado, mucho menos agresivo. Parecía todo más improvisado. Resultaba preocupante, pero pensabas que no iba ir a más. Pero ya funcionan como una banda de criminales y necesitan una respuesta más contundente. Hay que entenderlo en la clave de un grupo muy pequeño, muy disciplinado, muy sectario, que se ha ido convirtiendo en algo más. Y no hay que pensar en gente marginal. Estos movimientos de extrema izquierda, si se me permite la frivolidad, están formados, en cierta medida, por señoritos».
http://www.eldiariomontanes.es/v/20111211/sociedad/destacados/terrorismo-gallega-20111211.html
http://noticiasvigilantes.foroactivo.com/t14563-terrorismo-a-la-gallega
