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AQMI, el terrorismo que viene del Sahel
La pregunta más inquietante tras el último secuestro es si el salafismo yihadista ha logrado infiltrarse en el Frente Polisario
AQMI, el terrorismo que viene del Sahel
J. L. NAVAZO Si hace diez años este escribano del «limes» era el primero en señalar en revistas especializadas, como «War Heat», la emergencia de un activo terrorismo yihadista, de matriz salafista e ideología wahabí hanbalí en el triángulo sahariano entre Argelia, Mauritania y Chad, la rápida y posterior evolución de los acontecimientos no han hecho sino confirmar la advertencia. Estos días ha llovido sobre mojado: el reciente secuestro la noche del 22 de octubre de tres cooperantes europeos, dos de ellos españoles, por una atrevida incursión de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) en el campo de refugiados saharauis de Rabuni (Tinduf), no es sino un indicio más que apunta a la fragilidad de la cooperación internacional civil en esa efervescente región que convendría reexaminar y de la que ya fueron víctimas, a finales de octubre de 2009 en Mauritania, otros cooperantes españoles. Por otro lado, el hecho novedoso es que esta última y exitosa acción terrorista ha tenido lugar en una zona presuntamente segura, como son los campamentos rodeados por un anillo de seguridad del Ejército argelino y en las mismas narices del Frente Polisario, lo que, dada la extrema vigilancia de la zona y sin culpar a priori nada más que a los secuestradores (de hecho, un guardia saharaui resultó herido), apuntaría a una inquietante hipótesis, como sería cierta dosis de una necesaria complicidad interna con los terroristas de AQMI, una peligrosa infiltración del salafismo yihadista en las mismas filas del Frente Polisario, tal y como apuntaban la semana pasada desde España medios opositores y críticos a la actual dirección del movimiento independentista saharaui. Por su lado, el presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Mohamed Abdelaziz, se ha apresurado a condenar esta acción «cobarde y terrorista», facilitando todos los medios a su alcance para la resolución del secuestro.
Para hacer una guerra y en ella estamos inmersos hasta el cuello, una guerra asimétrica y oficialmente no declarada, pero guerra al fin y al cabo, el terrorismo islamista necesita, por un lado, las tres cosas que ya decía Napoleón: dinero, dinero y dinero. Dada la sensiblería occidental rampante, en su calculada estrategia los terroristas saben que un cómodo y excelente método de llenar sus arcas es el secuestro de europeos; de hecho, además de los españoles y de la italiana, AQMI mantiene cautivos desde septiembre a cuatro franceses secuestrados en Níger, asesinando en julio de 2010 a un veterano cooperante francés, Michel Germaneau; el segundo es crear un «emirato independiente», un «espacio libre» en territorios sobre los que la soberanía de los estados sea débil y se ejerza con dificultad.
Además del citado triángulo sahariano entre el sur de Argelia, el este de Mauritania y el norte de Chad, la franja del Sahel, esa inmensa frontera indefinida de más de 8 millones de kilómetros cuadrados (a título de ejemplo, la superficie de España es de 504.782 kilómetros cuadrados), a caballo entre doce estados, algunos de dudosa catadura o sencillamente fallidos, y que enlaza el Atlántico al Oeste con el Nilo Blanco y el mar Rojo al Este, lleva en sus entrañas un potente factor de desestabilización, tanto del Magreb al Norte como del resto de los países del África Central y del Sur, siendo el Sahel por lo demás uno de los tres actuales teatros de operaciones de AQMI junto a Oriente Medio y Asia Central y Oriental.
En este contexto es vital la cooperación interestatal, siendo lamentable la falta de sintonía entre países directamente amenazados como Argelia y Marruecos, inaceptable a estas alturas, mientras la ayuda directa occidental, tanto a nivel logístico como con la implicación en combate de pequeñas unidades altamente polivalentes, en estrecha alianza con los ejércitos nacionales, es al día de hoy insustituible.
http://noticiasvigilantes.foroactivo.com/t14187-aqmi-el-terrorismo-que-viene-del-sahel
La pregunta más inquietante tras el último secuestro es si el salafismo yihadista ha logrado infiltrarse en el Frente Polisario
AQMI, el terrorismo que viene del Sahel
J. L. NAVAZO Si hace diez años este escribano del «limes» era el primero en señalar en revistas especializadas, como «War Heat», la emergencia de un activo terrorismo yihadista, de matriz salafista e ideología wahabí hanbalí en el triángulo sahariano entre Argelia, Mauritania y Chad, la rápida y posterior evolución de los acontecimientos no han hecho sino confirmar la advertencia. Estos días ha llovido sobre mojado: el reciente secuestro la noche del 22 de octubre de tres cooperantes europeos, dos de ellos españoles, por una atrevida incursión de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) en el campo de refugiados saharauis de Rabuni (Tinduf), no es sino un indicio más que apunta a la fragilidad de la cooperación internacional civil en esa efervescente región que convendría reexaminar y de la que ya fueron víctimas, a finales de octubre de 2009 en Mauritania, otros cooperantes españoles. Por otro lado, el hecho novedoso es que esta última y exitosa acción terrorista ha tenido lugar en una zona presuntamente segura, como son los campamentos rodeados por un anillo de seguridad del Ejército argelino y en las mismas narices del Frente Polisario, lo que, dada la extrema vigilancia de la zona y sin culpar a priori nada más que a los secuestradores (de hecho, un guardia saharaui resultó herido), apuntaría a una inquietante hipótesis, como sería cierta dosis de una necesaria complicidad interna con los terroristas de AQMI, una peligrosa infiltración del salafismo yihadista en las mismas filas del Frente Polisario, tal y como apuntaban la semana pasada desde España medios opositores y críticos a la actual dirección del movimiento independentista saharaui. Por su lado, el presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Mohamed Abdelaziz, se ha apresurado a condenar esta acción «cobarde y terrorista», facilitando todos los medios a su alcance para la resolución del secuestro.
Para hacer una guerra y en ella estamos inmersos hasta el cuello, una guerra asimétrica y oficialmente no declarada, pero guerra al fin y al cabo, el terrorismo islamista necesita, por un lado, las tres cosas que ya decía Napoleón: dinero, dinero y dinero. Dada la sensiblería occidental rampante, en su calculada estrategia los terroristas saben que un cómodo y excelente método de llenar sus arcas es el secuestro de europeos; de hecho, además de los españoles y de la italiana, AQMI mantiene cautivos desde septiembre a cuatro franceses secuestrados en Níger, asesinando en julio de 2010 a un veterano cooperante francés, Michel Germaneau; el segundo es crear un «emirato independiente», un «espacio libre» en territorios sobre los que la soberanía de los estados sea débil y se ejerza con dificultad.
Además del citado triángulo sahariano entre el sur de Argelia, el este de Mauritania y el norte de Chad, la franja del Sahel, esa inmensa frontera indefinida de más de 8 millones de kilómetros cuadrados (a título de ejemplo, la superficie de España es de 504.782 kilómetros cuadrados), a caballo entre doce estados, algunos de dudosa catadura o sencillamente fallidos, y que enlaza el Atlántico al Oeste con el Nilo Blanco y el mar Rojo al Este, lleva en sus entrañas un potente factor de desestabilización, tanto del Magreb al Norte como del resto de los países del África Central y del Sur, siendo el Sahel por lo demás uno de los tres actuales teatros de operaciones de AQMI junto a Oriente Medio y Asia Central y Oriental.
En este contexto es vital la cooperación interestatal, siendo lamentable la falta de sintonía entre países directamente amenazados como Argelia y Marruecos, inaceptable a estas alturas, mientras la ayuda directa occidental, tanto a nivel logístico como con la implicación en combate de pequeñas unidades altamente polivalentes, en estrecha alianza con los ejércitos nacionales, es al día de hoy insustituible.
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