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ETA y Gadafi
La propuesta de Gadafi de cobrar en especie contrapartidas por ayudar a ETA no convenció a la banda
Artículos | 09/03/2011 - 00:44h
Florencio Domínguez
A principios de los años ochenta, con los ecos de la guerra fría todavía vivos, se desarrolló en el ámbito internacional un amplio debate sobre el papel de la Unión Soviética en el fomento de los grupos terroristas que azotaban a los países occidentales desde hacía más de una década. Una tesis muy extendida en la época señalaba que la URSS y sus aliados movían los hilos del terror desde las sombras.
Una publicación de la periodista norteamericana Claire Sterling (La red del terror. Investigación sobre el terrorismo internacional) contribuyó a difundir las tesis de la conjura soviética, que recibió un notable impulso a raíz del atentado contra el papa Juan Pablo II perpetrado por el turco Ali Agca.
Otro periodista estadounidense, Bob Woodward, uno de los descubridores del Watergate, reveló en su obra Veil: las guerras secretas de la CIA (1988) la gran influencia que las publicaciones de Sterling tuvieron tanto sobre el entonces director de la CIA, Willian Casey, como en el secretario de Estado, Alexander Haig, hasta el punto de que el primero ordenó a dos agencias de información hacer una evaluación de las informaciones de la periodista. Las agencias, la CIA y la DIA, llegaron a conclusiones contradictorias, por lo que se encargó a un experto independiente hacer su propia evaluación. El experto llegó a conclusiones intermedias, aunque descubrió que algunos materiales publicados por Claire Sterling habían sido proporcionados con anterioridad por la CIA a medios italianos como parte de una operación propagandística.
Una de las afirmaciones de Sterling era que en 1976 miembros de ETA, con la ayuda de los cubanos, habían pasado por campos de entrenamiento instalados en Libia. A partir de esa fuente, numerosas publicaciones posteriores han hablado del apoyo de Gadafi a los etarras, pero lo cierto es que ETA ha debido de ser una de las pocas organizaciones terroristas que no ha tenido respaldo del régimen libio. Hubo, eso sí, contactos entre el gobierno de Trípoli y ETA a principios de los años ochenta para estudiar las posibilidades de colaboración.
El régimen de Gadafi ofreció su apoyo a la banda terrorista como se lo había ofrecido a otros muchos, entre ellos el IRA, que recibió importantes cargamentos de armas. Pero Gadafi exigía contrapartidas a los etarras.
Quería que la banda realizara algunas actuaciones en Europa por encargo de Libia, algo que Josu Ternera, entonces responsable de los contactos internacionales de ETA, no vio claro. A diferencia de la rama político-militar, que se dejó enredar en las andanzas por Europa del famoso terrorista venezolano Ilich Ramírez Sánchez, alias Carlos o el Chacal, la rama militar se mostró más desconfiada y recelosa. Se llevaba bien con los grupos latinoamericanos y con las organizaciones de impronta nacionalista, como los palestinos o el IRA, pero guardaba sus distancias con los revolucionarios europeos. Y la propuesta de Gadafi de cobrar en especie contrapartidas por la ayuda que podía ofrecer no convenció a los dirigentes de ETA. Por eso el acuerdo entre ETA y el revolucionario Gadafi no se consumó.
http://noticiasvigilantes.foroactivo.com/t11591-eta-y-gadafi
La propuesta de Gadafi de cobrar en especie contrapartidas por ayudar a ETA no convenció a la banda
Artículos | 09/03/2011 - 00:44h
Florencio Domínguez
A principios de los años ochenta, con los ecos de la guerra fría todavía vivos, se desarrolló en el ámbito internacional un amplio debate sobre el papel de la Unión Soviética en el fomento de los grupos terroristas que azotaban a los países occidentales desde hacía más de una década. Una tesis muy extendida en la época señalaba que la URSS y sus aliados movían los hilos del terror desde las sombras.
Una publicación de la periodista norteamericana Claire Sterling (La red del terror. Investigación sobre el terrorismo internacional) contribuyó a difundir las tesis de la conjura soviética, que recibió un notable impulso a raíz del atentado contra el papa Juan Pablo II perpetrado por el turco Ali Agca.
Otro periodista estadounidense, Bob Woodward, uno de los descubridores del Watergate, reveló en su obra Veil: las guerras secretas de la CIA (1988) la gran influencia que las publicaciones de Sterling tuvieron tanto sobre el entonces director de la CIA, Willian Casey, como en el secretario de Estado, Alexander Haig, hasta el punto de que el primero ordenó a dos agencias de información hacer una evaluación de las informaciones de la periodista. Las agencias, la CIA y la DIA, llegaron a conclusiones contradictorias, por lo que se encargó a un experto independiente hacer su propia evaluación. El experto llegó a conclusiones intermedias, aunque descubrió que algunos materiales publicados por Claire Sterling habían sido proporcionados con anterioridad por la CIA a medios italianos como parte de una operación propagandística.
Una de las afirmaciones de Sterling era que en 1976 miembros de ETA, con la ayuda de los cubanos, habían pasado por campos de entrenamiento instalados en Libia. A partir de esa fuente, numerosas publicaciones posteriores han hablado del apoyo de Gadafi a los etarras, pero lo cierto es que ETA ha debido de ser una de las pocas organizaciones terroristas que no ha tenido respaldo del régimen libio. Hubo, eso sí, contactos entre el gobierno de Trípoli y ETA a principios de los años ochenta para estudiar las posibilidades de colaboración.
El régimen de Gadafi ofreció su apoyo a la banda terrorista como se lo había ofrecido a otros muchos, entre ellos el IRA, que recibió importantes cargamentos de armas. Pero Gadafi exigía contrapartidas a los etarras.
Quería que la banda realizara algunas actuaciones en Europa por encargo de Libia, algo que Josu Ternera, entonces responsable de los contactos internacionales de ETA, no vio claro. A diferencia de la rama político-militar, que se dejó enredar en las andanzas por Europa del famoso terrorista venezolano Ilich Ramírez Sánchez, alias Carlos o el Chacal, la rama militar se mostró más desconfiada y recelosa. Se llevaba bien con los grupos latinoamericanos y con las organizaciones de impronta nacionalista, como los palestinos o el IRA, pero guardaba sus distancias con los revolucionarios europeos. Y la propuesta de Gadafi de cobrar en especie contrapartidas por la ayuda que podía ofrecer no convenció a los dirigentes de ETA. Por eso el acuerdo entre ETA y el revolucionario Gadafi no se consumó.
http://noticiasvigilantes.foroactivo.com/t11591-eta-y-gadafi
