Un gobierno para el apaño con ETA
Almudena Negro
Blanco y en botella. La crisis de gobierno abierta por Zapatero el pasado miércoles ha dejado al descubierto la última apuesta, que en realidad siempre fue la primera, del Presidente del Gobierno. No hay cambios en la desastrosa área económica que dirige Elena Salgado. Suma y sigue. Está claro que el bienestar de los españoles a los socialistas, vaya novedad, les importa un colín. Aman a los pobres y por eso los crean por millones. Así se explica el nombramiento como Ministro del Paro del administrador único de la PSV, sindicalista de UGT, Valeriano Gómez. El mensaje lanzado a los mercados es claro: nada de lo acordado, ni un solo remedio.
Trinidad Jiménez, la prohibicionista ministra de Sanidad pasa a Exteriores, que abandona el inefable Miguel Ángel Moratinos. Sin duda, un premio, después de pegarse soberano batacazo frente a Gómez en Madrid, a su lealtad. José Blanco, sin embargo, se queda sin vicepresidencia, mientras que la sectaria Leire Pajín es removida del verdadero foco de poder, que es la secretaría de organización del PSOE. Su sitio lo ocupará el aragonés Marcelino Iglesias – al filo de la navaja en Aragón. Leire y su “power balance” pasarán a ocuparse, para terror y pavor de los amigos de la libertad, de Sanidad.
Lo mejor de estos cambios que en realidad son más de lo mismo es, en mi opinión, la caída del feminismo radical socialista que ocupó buena parte de las políticas de Rodríguez Zapatero entre los años 2004 y 2010. Caída que se produce con el cese de la jefa del asunto, María Teresa Fernández de la Vega, quien, recuerden, no es afiliada del PSOE pero sí feminista radical de campanillas. Junto a ella desaparece también el sectario e ideologizado Ministerio de Igualdad de la ahijada de Manuel Chaves, que pasará a depender de Pajín. Adiós también a la estupidez políticamente correcta de la paridad. Zapatero, desde el miércoles, ya no es “feminista”.
Lo peor de la remodelación, la intención que se adivina detrás del ascenso a los altares del portavoz del gobierno del GAL, padre junto a Marchesi de la destructiva y alienante LOGSE y hombre de la verificación de entrega de armas etarra mientras los asesinos robaban en Francia más de 300 pistolas, Alfredo Pérez Rubalcaba. Quien, todo sea dicho, no es tanto como dicen y menos de lo que él se cree. También es muy significativo el nombramiento en presidencia de Jaúregui, por si Patxi se rebela.
Y es que con esta crisis de gobierno Zapatero deja claro cuál es su sangriento proyecto, en realidad el mismo desde 2004, para los próximos dos años: su Segunda Transición, que pasa por la entrada del MNLV, ahora “izquierda abertzale”, de quien ETA es vanguardia, como miembro de pleno derecho y socio de posibles pactos “a la catalana”, en el sistema.
La negociación con ETA, sospecho que ya está todo apañado, cada día más evidente. Por cierto, ¿y de los nefastos e irreales presupuestos quién habla?
Almudena Negro
Blanco y en botella. La crisis de gobierno abierta por Zapatero el pasado miércoles ha dejado al descubierto la última apuesta, que en realidad siempre fue la primera, del Presidente del Gobierno. No hay cambios en la desastrosa área económica que dirige Elena Salgado. Suma y sigue. Está claro que el bienestar de los españoles a los socialistas, vaya novedad, les importa un colín. Aman a los pobres y por eso los crean por millones. Así se explica el nombramiento como Ministro del Paro del administrador único de la PSV, sindicalista de UGT, Valeriano Gómez. El mensaje lanzado a los mercados es claro: nada de lo acordado, ni un solo remedio.
Trinidad Jiménez, la prohibicionista ministra de Sanidad pasa a Exteriores, que abandona el inefable Miguel Ángel Moratinos. Sin duda, un premio, después de pegarse soberano batacazo frente a Gómez en Madrid, a su lealtad. José Blanco, sin embargo, se queda sin vicepresidencia, mientras que la sectaria Leire Pajín es removida del verdadero foco de poder, que es la secretaría de organización del PSOE. Su sitio lo ocupará el aragonés Marcelino Iglesias – al filo de la navaja en Aragón. Leire y su “power balance” pasarán a ocuparse, para terror y pavor de los amigos de la libertad, de Sanidad.
Lo mejor de estos cambios que en realidad son más de lo mismo es, en mi opinión, la caída del feminismo radical socialista que ocupó buena parte de las políticas de Rodríguez Zapatero entre los años 2004 y 2010. Caída que se produce con el cese de la jefa del asunto, María Teresa Fernández de la Vega, quien, recuerden, no es afiliada del PSOE pero sí feminista radical de campanillas. Junto a ella desaparece también el sectario e ideologizado Ministerio de Igualdad de la ahijada de Manuel Chaves, que pasará a depender de Pajín. Adiós también a la estupidez políticamente correcta de la paridad. Zapatero, desde el miércoles, ya no es “feminista”.
Lo peor de la remodelación, la intención que se adivina detrás del ascenso a los altares del portavoz del gobierno del GAL, padre junto a Marchesi de la destructiva y alienante LOGSE y hombre de la verificación de entrega de armas etarra mientras los asesinos robaban en Francia más de 300 pistolas, Alfredo Pérez Rubalcaba. Quien, todo sea dicho, no es tanto como dicen y menos de lo que él se cree. También es muy significativo el nombramiento en presidencia de Jaúregui, por si Patxi se rebela.
Y es que con esta crisis de gobierno Zapatero deja claro cuál es su sangriento proyecto, en realidad el mismo desde 2004, para los próximos dos años: su Segunda Transición, que pasa por la entrada del MNLV, ahora “izquierda abertzale”, de quien ETA es vanguardia, como miembro de pleno derecho y socio de posibles pactos “a la catalana”, en el sistema.
La negociación con ETA, sospecho que ya está todo apañado, cada día más evidente. Por cierto, ¿y de los nefastos e irreales presupuestos quién habla?