Eneko Zarrabeitia, Aitor Arteche, Leire López y Aitzol Iriondo
La comisión de «conflictos» culpa de otras siete detenciones a «Thierry»
En menos de un mes fueron arrestados dos jefes del «aparato militar»
MADRID- La actitud de «Thierry», al no informar a la «dirección» de ETA de las circunstancias de su detención, provocó, según el análisis realizado por el órgano encargado de dilucidar los «conflictos, la detención de otros siete etarras. Expertos antiterroristas consultados por LA RAZÓN dan como seguro que se trata de los arrestados en las operaciones en las que fueron capturados Garikoitz Azpiazu, jefe del llamado «aparato militar», el 17 de noviembre de 2008; y su sucesor en el puesto, Aitzol Iriondo, el 8 de diciembre.
La comisión de «conflictos» suele estar integrada por un número impar de individuos, tres o cinco (para evitar empates), parte de los cuales forman parte de la «dirección» de la banda criminal.
La conclusión a la que llegaron es que la línea de investigación que había conducido a la Guardia Civil y a la DCRI francesa hasta «Thierry», fue la misma que permitió arrestar a «Txeroki» y, poco después, a Iriondo. Será o no verdad, pero es lo que piensa ETA. Si «Thierry» hubiera informado de las circunstancias de su detención, de los movimientos que había realizado los días anteriores, de las cosas que había observado, casi con toda seguridad no habría evitado los arrestos posteriores.
Pero, al no hacerlo y ser conocidos sus enfrentamientos con «Txeroki», la sospecha de una venganza caló entre quienes tenían que «juzgarle» en el seno de ETA. La sentencia, fulminante: expulsión, no sólo de la banda sino también de la llamada «izquierda abertzale»
Tras la detención de «Thierry», «Txeroki», junto con Leire López, «Jare», que se ocupaba de los «comandos legales», y Mikel Karrera Sarobe, «Ata», que actuaba como auténtico «lugarteniente», se hicieron, durante casi seis meses, con el poder absoluto en el seno de la organización criminal. Para «Thierry» y los suyos era una situación insoportable y optaron por la vía más peligrosa dentro de la banda terrorista: no colaborar.
El 17 de noviembre fueron arrestados en Cauterets Azpiazu y Leire López. Era un golpe antiterrorista formidable, al que siguió, en pocas semanas, la detención de Aitzol Iriondo, «Gurbitz», y otros más. El asunto no quedaba en tablas, ni mucho menos, ya que la «dirección» de ETA se preparaba, y algo debía barruntar «Thierry», para dar la razón a «Txeroki» en la crisis suscitada por el enfrentamiento entre ambos.
ETA ha tratado en vano de escapar de la tupida tela de araña que las Fuerzas de Seguridad españolas y francesas han tejido en territorio galo. Una tras otro, los miembros de la «dirección» son detenidos y cada vez se acorta más el tiempo que permanecen en el puesto. Quienes creen ver buenas intenciones, para favorecer supuestas vías políticas, en la inactividad de ETA deberían analizar lo ocurrido en el seno de la banda y darse cuenta de que, de no ser por la Policía y la Guardia Civil, el número de atentados y muertos no habría parado de crecer en los últimos años.
http://noticiasvigilantes
La comisión de «conflictos» culpa de otras siete detenciones a «Thierry»
En menos de un mes fueron arrestados dos jefes del «aparato militar»
MADRID- La actitud de «Thierry», al no informar a la «dirección» de ETA de las circunstancias de su detención, provocó, según el análisis realizado por el órgano encargado de dilucidar los «conflictos, la detención de otros siete etarras. Expertos antiterroristas consultados por LA RAZÓN dan como seguro que se trata de los arrestados en las operaciones en las que fueron capturados Garikoitz Azpiazu, jefe del llamado «aparato militar», el 17 de noviembre de 2008; y su sucesor en el puesto, Aitzol Iriondo, el 8 de diciembre.
La comisión de «conflictos» suele estar integrada por un número impar de individuos, tres o cinco (para evitar empates), parte de los cuales forman parte de la «dirección» de la banda criminal.
La conclusión a la que llegaron es que la línea de investigación que había conducido a la Guardia Civil y a la DCRI francesa hasta «Thierry», fue la misma que permitió arrestar a «Txeroki» y, poco después, a Iriondo. Será o no verdad, pero es lo que piensa ETA. Si «Thierry» hubiera informado de las circunstancias de su detención, de los movimientos que había realizado los días anteriores, de las cosas que había observado, casi con toda seguridad no habría evitado los arrestos posteriores.
Pero, al no hacerlo y ser conocidos sus enfrentamientos con «Txeroki», la sospecha de una venganza caló entre quienes tenían que «juzgarle» en el seno de ETA. La sentencia, fulminante: expulsión, no sólo de la banda sino también de la llamada «izquierda abertzale»
Tras la detención de «Thierry», «Txeroki», junto con Leire López, «Jare», que se ocupaba de los «comandos legales», y Mikel Karrera Sarobe, «Ata», que actuaba como auténtico «lugarteniente», se hicieron, durante casi seis meses, con el poder absoluto en el seno de la organización criminal. Para «Thierry» y los suyos era una situación insoportable y optaron por la vía más peligrosa dentro de la banda terrorista: no colaborar.
El 17 de noviembre fueron arrestados en Cauterets Azpiazu y Leire López. Era un golpe antiterrorista formidable, al que siguió, en pocas semanas, la detención de Aitzol Iriondo, «Gurbitz», y otros más. El asunto no quedaba en tablas, ni mucho menos, ya que la «dirección» de ETA se preparaba, y algo debía barruntar «Thierry», para dar la razón a «Txeroki» en la crisis suscitada por el enfrentamiento entre ambos.
ETA ha tratado en vano de escapar de la tupida tela de araña que las Fuerzas de Seguridad españolas y francesas han tejido en territorio galo. Una tras otro, los miembros de la «dirección» son detenidos y cada vez se acorta más el tiempo que permanecen en el puesto. Quienes creen ver buenas intenciones, para favorecer supuestas vías políticas, en la inactividad de ETA deberían analizar lo ocurrido en el seno de la banda y darse cuenta de que, de no ser por la Policía y la Guardia Civil, el número de atentados y muertos no habría parado de crecer en los últimos años.
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