Piden la absolución de dos vigilantes acusados de lesionar a una mujer armada
El Juzgado de lo Penal nº 2 celebró ayer el juicio contra dos guardias de seguridad que se enfrentaban a un año de cárcel acusados de lesionar a una mujer armada, en el que el fiscal modificó sus conclusiones solicitando la absolución para ambos al entender que utilizaron la fuerza necesaria para reducirla.
El juicio que fue aplazado hace meses, a la espera de que se confirmase que la mujer presuntamente agredida y también acusada en la causa había fallecido, comenzó con la declaración de los guardias que relataron lo sucedido aquel día.
En este sentido, el vigilante J.L.L. explicó que sobre las doce y cuarto de la noche del 14 de diciembre de 2005, se encontraba acompañando a una mujer de la limpieza del centro comercial en el que ambos trabajan que estaba cerrando, cuando se toparon con una mujer que salía de los servicios y se dirigía a la línea de cajas del supermercado.
Violenta
Cuando el guardia de seguridad le dijo que no podía acceder a esa zona porque estaba cerrada, la mujer se puso violenta. «Cogió la tapa de una papelera y comenzó a golpear los escaparates de las tiendas. Luego sacó una jeringuilla y se tiró por mí, me aparte y luego salió corriendo hacia los compañeros y volvió hacia mí con una navaja. Le dijimos que tirara la tapa y que se marchara».
Ya sin la jeringuilla, que dijo que estaba infectada de sida (enfermedad que padecía), la mujer -según explicó el vigilante- continuó golpeando escaparates con la tapa de la papelera y amenazándoles con la navaja, por lo que se vio obligado a golpearla en la mano con la porra, para arrebatarle el arma.
A pesar de estar desarmada, la mujer siguió oponiendo gran resistencia, por lo que resultó muy complicado reducirla y por lo que cayó al suelo en el forcejeo, hiriéndose en la boca. «Tenía sangre en la boca y nos escupía e intentaba mordernos, diciendo que tenía sida y hepatitis. No queríamos hacerla daño, hicimos la fuerza justa para poder reducirla».
Esposada y en el suelo, la mujer siguió pataleando, dando cabezazos, escupiendo y tirándose a morder, hasta que llegó la policía, que llamó al 112, para que la sedaran porque, según el guardia, «no podían trasladarla con seguridad».
Por su parte, el otro vigilante corroboró la versión de su compañero y explicó que debido a un corte que se hizo en el forcejeo se vio obligado a realizarse las pruebas del sida durante un año. Tanto los trabajadores del hipermercado que presenciaron los hechos, como los policías que acudieron al centro comercial, corroboraron la versión dada por el vigilante. Todos ellos hicieron referencia a la gran violencia de la mujer. «Era como un animal salvaje», decía un policía. «Aún esposada se golpeaba la cabeza contra una tienda, estaba loca» decía una trabajadora.
Tras escuchar la prueba testifical el fiscal decidió modificar su petición de un año de cárcel y pedir la absolución.
El Juzgado de lo Penal nº 2 celebró ayer el juicio contra dos guardias de seguridad que se enfrentaban a un año de cárcel acusados de lesionar a una mujer armada, en el que el fiscal modificó sus conclusiones solicitando la absolución para ambos al entender que utilizaron la fuerza necesaria para reducirla.
El juicio que fue aplazado hace meses, a la espera de que se confirmase que la mujer presuntamente agredida y también acusada en la causa había fallecido, comenzó con la declaración de los guardias que relataron lo sucedido aquel día.
En este sentido, el vigilante J.L.L. explicó que sobre las doce y cuarto de la noche del 14 de diciembre de 2005, se encontraba acompañando a una mujer de la limpieza del centro comercial en el que ambos trabajan que estaba cerrando, cuando se toparon con una mujer que salía de los servicios y se dirigía a la línea de cajas del supermercado.
Violenta
Cuando el guardia de seguridad le dijo que no podía acceder a esa zona porque estaba cerrada, la mujer se puso violenta. «Cogió la tapa de una papelera y comenzó a golpear los escaparates de las tiendas. Luego sacó una jeringuilla y se tiró por mí, me aparte y luego salió corriendo hacia los compañeros y volvió hacia mí con una navaja. Le dijimos que tirara la tapa y que se marchara».
Ya sin la jeringuilla, que dijo que estaba infectada de sida (enfermedad que padecía), la mujer -según explicó el vigilante- continuó golpeando escaparates con la tapa de la papelera y amenazándoles con la navaja, por lo que se vio obligado a golpearla en la mano con la porra, para arrebatarle el arma.
A pesar de estar desarmada, la mujer siguió oponiendo gran resistencia, por lo que resultó muy complicado reducirla y por lo que cayó al suelo en el forcejeo, hiriéndose en la boca. «Tenía sangre en la boca y nos escupía e intentaba mordernos, diciendo que tenía sida y hepatitis. No queríamos hacerla daño, hicimos la fuerza justa para poder reducirla».
Esposada y en el suelo, la mujer siguió pataleando, dando cabezazos, escupiendo y tirándose a morder, hasta que llegó la policía, que llamó al 112, para que la sedaran porque, según el guardia, «no podían trasladarla con seguridad».
Por su parte, el otro vigilante corroboró la versión de su compañero y explicó que debido a un corte que se hizo en el forcejeo se vio obligado a realizarse las pruebas del sida durante un año. Tanto los trabajadores del hipermercado que presenciaron los hechos, como los policías que acudieron al centro comercial, corroboraron la versión dada por el vigilante. Todos ellos hicieron referencia a la gran violencia de la mujer. «Era como un animal salvaje», decía un policía. «Aún esposada se golpeaba la cabeza contra una tienda, estaba loca» decía una trabajadora.
Tras escuchar la prueba testifical el fiscal decidió modificar su petición de un año de cárcel y pedir la absolución.