Mireia Cortina salió a pasear por la playa con su perra en un día lluvioso. Bruna, de cuatro meses, regresó con las patas mojadas y Mireia Cortina, con una sanción de 1.125 euros que le impuso la Guardia Urbana de Tarragona. La infracción, considerada “grave” al vulnerar la ordenanza que prohíbe la presencia de animales en la playa entre octubre y marzo, prevé sanciones de entre 750 y 1.500 euros. “Es injusto, ni conocía la norma ni había un solo cartel en la playa. En vez de advertirme, me multaron a la primera”, se lamenta.
Su indignación aumenta cuando compara el importe de su sanción con la impuesta a jóvenes que le destrozaron los retrovisores a patadas, hace unos meses. “Les obligaron a pagar las nuevas piezas: 40 euros”, explica molesta. “En mi caso, además, no había nadie y mi perra ni molestó ni ensució la playa”.
La arena estaba desierta cuando un agente se le acercó para recriminarle la presencia del animal y recabar los datos de la mujer. “Pasear animales por la playa es una actitud incívica y una cuestión sanitaria”, señala el Consistorio. “Puede que la sanción sea exagerada pero debe servir de ejemplo”, concluye el Consistorio.
Personalmente me parece desproporcionada la multa y más teniendo en cuenta que no había bañistas en la playa, y su perra no había defecado en la misma.