La Rambla dejará este verano de vender animales. El único propietario autorizado a continuar con la actividad e instalar un establecimiento de 40 metros cuadrados en el paseo finalmente ha desistido, ya que era imposible ajustar el puesto a la normativa de protección de animales. Afectado aún por la decisión que se plasmó ayer mismo en un acuerdo con el Institut Municipal de Mercats y el distrito de Ciutat Vella, José Ángel Cuenca, explicó a La Vanguardia que debido a problemas técnicos y comerciales la presencia testimonial de este negocio en la Rambla ha sido al final imposible.Cuenca es titular de cinco quioscos de venta de animales y estaba autorizado, según el acuerdo firmado a finales de año con las pajarerías, a reconvertir su negocio en un único puesto. El acuerdo pretendía reconocer este negocio como patrimonio de la ciudad, al tiempo que se adaptaban a la legalidad. El comercio debía tener un mínimo de 40 metros cuadrados y garantizar un hábitat digno para los animales. Estas eran las condiciones fijadas para poder seguir con la actividad.
"Anímicamente estoy fatal. Llevo 42 años trabajando en las pajarerías de la Rambla y quería continuar, pero al final ha sido inviable", reconocía. Cuenca podrá mantener sus cinco puestos dedicándolos a otros usos, tal y como han hecho los otros seis titulares de puestos de animales. Sin embargo, el propietario de las pajarerías no sabía ayer cual sería la opción comercial por la que finalmente se decantaría.
La futura pajarería contaba con un proyecto básico que preveía aspectos de climatización, ventilación e impacto sonoro. Incluso la Agència de Salut Pública avanzó hace unos meses que se instalaría en la Rambla un puesto de forma ovalada y dividido en dos cuerpos. Cuenca reconocía que a pesar de disponer de 40 metros cuadrados ?ahora disponen de 10 metros cuadrados? ha sido imposible garantizar la actividad comercial y el bienestar de los animales. "Ante esta situación me he visto obligado a tomar esta decisión", añadía ayer el pajarero.
"Anímicamente estoy fatal. Llevo 42 años trabajando en las pajarerías de la Rambla y quería continuar, pero al final ha sido inviable", reconocía. Cuenca podrá mantener sus cinco puestos dedicándolos a otros usos, tal y como han hecho los otros seis titulares de puestos de animales. Sin embargo, el propietario de las pajarerías no sabía ayer cual sería la opción comercial por la que finalmente se decantaría.
La futura pajarería contaba con un proyecto básico que preveía aspectos de climatización, ventilación e impacto sonoro. Incluso la Agència de Salut Pública avanzó hace unos meses que se instalaría en la Rambla un puesto de forma ovalada y dividido en dos cuerpos. Cuenca reconocía que a pesar de disponer de 40 metros cuadrados ?ahora disponen de 10 metros cuadrados? ha sido imposible garantizar la actividad comercial y el bienestar de los animales. "Ante esta situación me he visto obligado a tomar esta decisión", añadía ayer el pajarero.