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Sex.com, el dominio más deseado, sale a subasta para batir récords
La puja, que empieza el jueves, busca superar los más de 11 millones de euros que costó insure.com
• La dirección en la red desencadenó una de las sagas más rocambolescas de la era de internet
Gary Kremen, fotografiado en su despacho, poco tiempo después de ganar el pleito por sex.com a Stephen Cohen. Foto: AP / TIM TADDER
JUAN RUIZ SIERRA
MADRID
«Justo lo que busca», dice ahora mismo la web sex.com, y quizás sea cierto si no se busca gran cosa. La página que desencadenó una de las sagas más rocambolescas de la historia de internet, con juicios ruinosos, falsificación de documentos, el rastreo de un estafador por dos continentes, un tiroteo, cuentas en paraísos fiscales, indemnizaciones millonarias y una destrozada mansión en uno de los barrios más exclusivos del planeta, solo muestra una serie de vínculos a otras páginas de contenido erótico. Y, sin embargo, es más que probable que recupere el trono de dirección más cara de todos los tiempos, que le arrebató en el 2009 el portal de seguros insure.com. En sex.com, el contenido no es nada y tres letras (la s, la e y la x, por este orden) lo son todo. La subasta comienza el jueves y el precio de salida es un millón de dólares (726.890 euros). La cantidad a batir, 16 veces mayor: 11,5 millones.
El fenómeno de los desembolsos estratosféricos por los nombres de dominio vivió su edad de oro a finales de los años 90, antes de que
Google, con su búsqueda de webs no tanto por nombre sino por prestigio –basado en el número de enlaces a determinada página–, se convirtiera en el motor hegemónico. Una dirección basada en una palabra simple, atractiva y que denota más que cualquier otra lo que ofrece una página no garantiza que su contenido merezca la pena. O que su nombre haga justicia a lo que ofrece. Solo hay que acudir a camisas.com para dar fe. Pero aun así, todavía hay quien está dispuesto a pagar mucho por una sola palabra: hace cuatro años, la empresa Dom Partners LLC pagó algo más de 10 millones de euros por sex.com. Richard Maltz, de Maltz Auctions, la firma que organiza la subasta, ha dicho a Reuters que el interés en esta puja es «considerable». Y no, o no solo, por el novelesco pasado de sex.com.
LA GUERRA DE TROYA / La saga comenzó cuando internet no era más que una promesa lejana e inverosímil para la sociedad. En 1994, el estadounidense Gary Kremen, uno de esos espabilados que ya entonces percibió el enorme potencial lucrativo de los dominios, registró a su nombre sex.com junto a otros como jobs.com (trabajos), housing.com (viviendas) o autos.com (coches). Un año y medio más tarde, en octubre de 1995, comprobó su lista de propiedades y vio que sex.com ya no se encontraba entre ellas. Stephen Cohen, también norteamericano y especialista en el timo a gran escala, se la había robado usando un documento falso. Ahora estaba a su nombre.
Y entonces se desató lo que Kieren McCarthy, autora del divertidísimo libro The Brutal Battle for Sex.com (La batalla brutal por Sex.com), llama «una guerra de Troya en la era digital, solo que Helena, la mujer más bella del mundo, fue reemplazada por la dirección de internet más atractiva del mundo». El estafado Kremen llevó a juicio a Cohen, y en noviembre del 2000, cinco años después del hurto virtual, tiempo que el timador aprovechó para ganar más de 70 millones de euros con su dominio robado, un tribunal restituyó a Kremen el dominio y ordenó que Cohen le pagase casi 50 millones de euros y le cediese una mansión en Rancho Santa Fe (California), la localidad más rica de EEUU.
LA HUIDA / Cuando Cohen conoció el veredicto, trasladó su dinero a diversas cuentas en paraísos fiscales y se marchó al norte de México. De allí, temeroso de que Kremen diera con él –había contratado cazarrecompensas, y el huido denunció un supuesto intercambio de tiros entre estos y la policía mexicana–, tomó rumbo a Montecarlo. Pero volvió a Tijuana a finales del 2004 y poco después, por pura casualidad, todo se le torció: su hijastra fue arrestada en la frontera con EEUU con 90 kilos de marihuana en un coche asegurado a nombre de Cohen.
Cuatro meses después, en octubre del 2005, el estafador estaba en la misma cárcel mexicana que ella. Fue extraditado a una prisión californiana, se negó a dar pistas sobre su dinero a Kremen (quien, en el 2006, después de recuperar sex.com, vendió el dominio por más de 10 millones de euros a la compañía que ahora lo subasta), pasó un tiempo entre rejas y ahora vuelve a estar en libertad. Parece difícil que lo haga, pero podría participar en la puja del jueves próximo.
La puja, que empieza el jueves, busca superar los más de 11 millones de euros que costó insure.com
• La dirección en la red desencadenó una de las sagas más rocambolescas de la era de internet
Gary Kremen, fotografiado en su despacho, poco tiempo después de ganar el pleito por sex.com a Stephen Cohen. Foto: AP / TIM TADDER
JUAN RUIZ SIERRA
MADRID
«Justo lo que busca», dice ahora mismo la web sex.com, y quizás sea cierto si no se busca gran cosa. La página que desencadenó una de las sagas más rocambolescas de la historia de internet, con juicios ruinosos, falsificación de documentos, el rastreo de un estafador por dos continentes, un tiroteo, cuentas en paraísos fiscales, indemnizaciones millonarias y una destrozada mansión en uno de los barrios más exclusivos del planeta, solo muestra una serie de vínculos a otras páginas de contenido erótico. Y, sin embargo, es más que probable que recupere el trono de dirección más cara de todos los tiempos, que le arrebató en el 2009 el portal de seguros insure.com. En sex.com, el contenido no es nada y tres letras (la s, la e y la x, por este orden) lo son todo. La subasta comienza el jueves y el precio de salida es un millón de dólares (726.890 euros). La cantidad a batir, 16 veces mayor: 11,5 millones.
El fenómeno de los desembolsos estratosféricos por los nombres de dominio vivió su edad de oro a finales de los años 90, antes de que
Google, con su búsqueda de webs no tanto por nombre sino por prestigio –basado en el número de enlaces a determinada página–, se convirtiera en el motor hegemónico. Una dirección basada en una palabra simple, atractiva y que denota más que cualquier otra lo que ofrece una página no garantiza que su contenido merezca la pena. O que su nombre haga justicia a lo que ofrece. Solo hay que acudir a camisas.com para dar fe. Pero aun así, todavía hay quien está dispuesto a pagar mucho por una sola palabra: hace cuatro años, la empresa Dom Partners LLC pagó algo más de 10 millones de euros por sex.com. Richard Maltz, de Maltz Auctions, la firma que organiza la subasta, ha dicho a Reuters que el interés en esta puja es «considerable». Y no, o no solo, por el novelesco pasado de sex.com.
LA GUERRA DE TROYA / La saga comenzó cuando internet no era más que una promesa lejana e inverosímil para la sociedad. En 1994, el estadounidense Gary Kremen, uno de esos espabilados que ya entonces percibió el enorme potencial lucrativo de los dominios, registró a su nombre sex.com junto a otros como jobs.com (trabajos), housing.com (viviendas) o autos.com (coches). Un año y medio más tarde, en octubre de 1995, comprobó su lista de propiedades y vio que sex.com ya no se encontraba entre ellas. Stephen Cohen, también norteamericano y especialista en el timo a gran escala, se la había robado usando un documento falso. Ahora estaba a su nombre.
Y entonces se desató lo que Kieren McCarthy, autora del divertidísimo libro The Brutal Battle for Sex.com (La batalla brutal por Sex.com), llama «una guerra de Troya en la era digital, solo que Helena, la mujer más bella del mundo, fue reemplazada por la dirección de internet más atractiva del mundo». El estafado Kremen llevó a juicio a Cohen, y en noviembre del 2000, cinco años después del hurto virtual, tiempo que el timador aprovechó para ganar más de 70 millones de euros con su dominio robado, un tribunal restituyó a Kremen el dominio y ordenó que Cohen le pagase casi 50 millones de euros y le cediese una mansión en Rancho Santa Fe (California), la localidad más rica de EEUU.
LA HUIDA / Cuando Cohen conoció el veredicto, trasladó su dinero a diversas cuentas en paraísos fiscales y se marchó al norte de México. De allí, temeroso de que Kremen diera con él –había contratado cazarrecompensas, y el huido denunció un supuesto intercambio de tiros entre estos y la policía mexicana–, tomó rumbo a Montecarlo. Pero volvió a Tijuana a finales del 2004 y poco después, por pura casualidad, todo se le torció: su hijastra fue arrestada en la frontera con EEUU con 90 kilos de marihuana en un coche asegurado a nombre de Cohen.
Cuatro meses después, en octubre del 2005, el estafador estaba en la misma cárcel mexicana que ella. Fue extraditado a una prisión californiana, se negó a dar pistas sobre su dinero a Kremen (quien, en el 2006, después de recuperar sex.com, vendió el dominio por más de 10 millones de euros a la compañía que ahora lo subasta), pasó un tiempo entre rejas y ahora vuelve a estar en libertad. Parece difícil que lo haga, pero podría participar en la puja del jueves próximo.
