MARÍA JESÚS IBÁÑEZ
ANGLESOLA
Fueron directos a la yugular. Tres perros asilvestrados --dos pastores alemanes y uno belga, este último con un collar de cuero alrededor del cuello-- han dado muerte esta última semana, en dos ataques casi consecutivos, a más de 110 ovejas de Anglesola (Urgell), ante la mirada impotente y atemorizada de los pastores y el propietario del rebaño. Los canes, posiblemente abandonados hace tiempo por sus dueños, fueron muertos a tiros por los Mossos d'Esquadra, que no han logrado encontrar un chip identificador en ninguno de los tres perros.
Los ataques, producidos los pasados 10 y 14 de abril en un establo situado a las afueras de Anglesola, se saldaron también con la fuga de decenas de ovejas, que huyeron despavoridas ante la presencia de los cimarrones y que acabaron cayendo en el río Ondara y en una acequia del canal de Urgell, que discurren próximos a la finca.
"Es difícil determinar la cifra de bajas, porque también ha habido ovejas que han muerto ahogadas y todavía no han sido localizadas", explicaba ayer Miquel Tomàs, dueño del rebaño atacado. Eso, precisó el ganadero, sin contar los casos de reses preñadas que han abortado y han perdido las crías que estaban esperando. El hombre, que se dedica a la cría de ganado ovino y a la venta directa de carne de cordero, estima que ha perdido no menos de 10.000 euros por culpa de los ataques de los tres canes asilvestrados.
Ayer, Tomàs no tenía palabras para describir la matanza ocurrida en sus corrales. "En el primer ataque, el que tuvo lugar el Viernes Santo, murieron más de 50 ovejas que dejaron un largo reguero de sangre. Encontré cadáveres hasta en el municipio vecino", relató. Según su testimonio, los perros "atacaron de forma muy violenta, hasta el extremo de encararse con los hombres que intentaban ahuyentarlos".
MALES MAYORES
El segundo ataque, registrado el martes pasado, fue presenciado en directo por tres patrullas de los Mossos d'Esquadra. "Cuando los pastores llegaron por la ma-
ñana, en torno a las 7.30 horas, sorprendieron a los tres perros cuando se encontraban dentro del establo y, sin hacer ruido, lograron acorralarlos", prosiguió Tomàs. Minutos más tarde, los agentes avisados por el ganadero comprobaron cómo otro medio centenar de ovejas yacían degolladas sobre la paja del lugar y trataron de ahuyentar a los cimarrones, a gritos y haciendo ruidos.
"Lejos de amedrentarse, los perros se lanzaron contra los policías, que no tuvieron más remedio que disparar para evitar que se abalanzaran sobre ellos", argumentó ayer Tomàs. "Fue una acción necesaria para evitar males mayores", justificó un portavoz del cuerpo en Lleida.
EL MÁS SANGRIENTO
No es la primera vez que jaurías de perros cimarrones actúan en las comarcas de Lleida, donde cada año se producen varios ataques a ganado. El de esta semana, sin embargo, ha sido uno de los más sangrientos. El año pasado, el Departament de Medi Ambient de la Generalitat autorizó más de 20 batidas para cazar canes asilvestrados en las comarcas del Pallars Sobirà, la Noguera, la Alta Ribagorça, el Solsonès y el Alt Urgell.
En principio, la Administración no tiene previstas indemnizaciones por las bajas ocasionadas por estos perros, que no se consideran fauna salvaje. Son los seguros contratados por los ganaderos los que deben cubrir los daños, indicaron ayer fuentes de la Conselleria d'Agricultura, Alimentació i Acció Rural.
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ANGLESOLA
Fueron directos a la yugular. Tres perros asilvestrados --dos pastores alemanes y uno belga, este último con un collar de cuero alrededor del cuello-- han dado muerte esta última semana, en dos ataques casi consecutivos, a más de 110 ovejas de Anglesola (Urgell), ante la mirada impotente y atemorizada de los pastores y el propietario del rebaño. Los canes, posiblemente abandonados hace tiempo por sus dueños, fueron muertos a tiros por los Mossos d'Esquadra, que no han logrado encontrar un chip identificador en ninguno de los tres perros.
Los ataques, producidos los pasados 10 y 14 de abril en un establo situado a las afueras de Anglesola, se saldaron también con la fuga de decenas de ovejas, que huyeron despavoridas ante la presencia de los cimarrones y que acabaron cayendo en el río Ondara y en una acequia del canal de Urgell, que discurren próximos a la finca.
"Es difícil determinar la cifra de bajas, porque también ha habido ovejas que han muerto ahogadas y todavía no han sido localizadas", explicaba ayer Miquel Tomàs, dueño del rebaño atacado. Eso, precisó el ganadero, sin contar los casos de reses preñadas que han abortado y han perdido las crías que estaban esperando. El hombre, que se dedica a la cría de ganado ovino y a la venta directa de carne de cordero, estima que ha perdido no menos de 10.000 euros por culpa de los ataques de los tres canes asilvestrados.
Ayer, Tomàs no tenía palabras para describir la matanza ocurrida en sus corrales. "En el primer ataque, el que tuvo lugar el Viernes Santo, murieron más de 50 ovejas que dejaron un largo reguero de sangre. Encontré cadáveres hasta en el municipio vecino", relató. Según su testimonio, los perros "atacaron de forma muy violenta, hasta el extremo de encararse con los hombres que intentaban ahuyentarlos".
MALES MAYORES
El segundo ataque, registrado el martes pasado, fue presenciado en directo por tres patrullas de los Mossos d'Esquadra. "Cuando los pastores llegaron por la ma-
ñana, en torno a las 7.30 horas, sorprendieron a los tres perros cuando se encontraban dentro del establo y, sin hacer ruido, lograron acorralarlos", prosiguió Tomàs. Minutos más tarde, los agentes avisados por el ganadero comprobaron cómo otro medio centenar de ovejas yacían degolladas sobre la paja del lugar y trataron de ahuyentar a los cimarrones, a gritos y haciendo ruidos.
"Lejos de amedrentarse, los perros se lanzaron contra los policías, que no tuvieron más remedio que disparar para evitar que se abalanzaran sobre ellos", argumentó ayer Tomàs. "Fue una acción necesaria para evitar males mayores", justificó un portavoz del cuerpo en Lleida.
EL MÁS SANGRIENTO
No es la primera vez que jaurías de perros cimarrones actúan en las comarcas de Lleida, donde cada año se producen varios ataques a ganado. El de esta semana, sin embargo, ha sido uno de los más sangrientos. El año pasado, el Departament de Medi Ambient de la Generalitat autorizó más de 20 batidas para cazar canes asilvestrados en las comarcas del Pallars Sobirà, la Noguera, la Alta Ribagorça, el Solsonès y el Alt Urgell.
En principio, la Administración no tiene previstas indemnizaciones por las bajas ocasionadas por estos perros, que no se consideran fauna salvaje. Son los seguros contratados por los ganaderos los que deben cubrir los daños, indicaron ayer fuentes de la Conselleria d'Agricultura, Alimentació i Acció Rural.
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