Yo también soy escolta
Yo también soy escolta cuando día a día te veo cuidar de mí y de mi familia, cuando noto que tu trabajo permite que yo haga mi vida con la normalidad que nos permite la situación, que nos lo permite ETA y su entorno.
Yo también soy escolta cuando, con un gesto, me indicas por dónde tengo que ir para evitar riesgos.
Yo también soy escolta cuando miras mi coche antes de montarme en él, y cuando revisas mi correo en busca de algo sospechoso.
Yo también soy escolta cuando salgo de la oficina a tomar café y prudentemente sigues mis pasos, y también cuando tú, aunque no estés asignado a mi servicio, sigues con tu mirada mis pasos hasta que ves que llegan a mi lado “los míos”.
Yo también soy escolta cuando escucho tus demandas encaminadas a mejorar el servicio que realizas para mi bien y también para el tuyo, y cuando disfruto de mi tiempo libre y tú esperas pacientemente cerca para acompañarme a casa.
Yo también soy escolta cuando sé que no estás todo el tiempo que quisieras con tu familia “por mi culpa”, porque meto muchas horas. Y también soy escolta cuando saco a relucir mi mal humor y callas, porque ya sabes que se me pasa pronto y es mejor no decirme nada.
Yo también soy escolta cuando, al estar con mi familia, les saludas con amabilidad y respeto.
Yo también soy escolta cuando después de muchas horas de trabajo quedamos al día siguiente a hora temprana y te despides con un “que descanse”.
Yo también soy escolta cuando entiendes que nuestra relación debe ser profesional por el bien del servicio.
Yo también soy escolta cuando te insultan en la calle o te miran con desprecio por el sólo hecho de trabajar en mi servicio y cuando demuestras tu profesionalidad al poder pensar tú y yo de manera distinta.
Yo también soy escolta cuando tampoco para ti hay fines de semana y cuando por las mañanas no tengo muchas ganas de hablar y sólo digo buenos días.
Y yo también soy escolta cuando además de mi protección, tienes que velar por la tuya y cuando hoy he estado contigo manifestándome en contra del atentado de los asesinos de ETA y mostrando nuestro apoyo al compañero herido.
Yo hoy soy Gabriel Giner y también Carlos, Francisco, Elena, Emilio, Fernando, Santos, Mónica, Chema, Oscar, José Luis, Michel... y tantos y tantos otros que habéis pasado por mi vida y por la vida de mis compañeros para que podamos trabajar en libertad, no importándome si trabajas en una empresa de seguridad privada o en la Guardia Civil, Cuerpo Nacional de Policía o Policía Municipal.
Discúlpame, compañero escolta, porque esta carta la tenía que haber escrito hace mucho tiempo, pero es verdad que muchas veces tiene que pasar algo para decidirme definitivamente a hacerlo y decirte lo que igual no puedo o no debo cuando estamos juntos.
Por último, déjame resumir con una sola palabra todo lo que he querido decirte: GRACIAS. Yo también soy escolta.
Yo también soy escolta cuando día a día te veo cuidar de mí y de mi familia, cuando noto que tu trabajo permite que yo haga mi vida con la normalidad que nos permite la situación, que nos lo permite ETA y su entorno.
Yo también soy escolta cuando, con un gesto, me indicas por dónde tengo que ir para evitar riesgos.
Yo también soy escolta cuando miras mi coche antes de montarme en él, y cuando revisas mi correo en busca de algo sospechoso.
Yo también soy escolta cuando salgo de la oficina a tomar café y prudentemente sigues mis pasos, y también cuando tú, aunque no estés asignado a mi servicio, sigues con tu mirada mis pasos hasta que ves que llegan a mi lado “los míos”.
Yo también soy escolta cuando escucho tus demandas encaminadas a mejorar el servicio que realizas para mi bien y también para el tuyo, y cuando disfruto de mi tiempo libre y tú esperas pacientemente cerca para acompañarme a casa.
Yo también soy escolta cuando sé que no estás todo el tiempo que quisieras con tu familia “por mi culpa”, porque meto muchas horas. Y también soy escolta cuando saco a relucir mi mal humor y callas, porque ya sabes que se me pasa pronto y es mejor no decirme nada.
Yo también soy escolta cuando, al estar con mi familia, les saludas con amabilidad y respeto.
Yo también soy escolta cuando después de muchas horas de trabajo quedamos al día siguiente a hora temprana y te despides con un “que descanse”.
Yo también soy escolta cuando entiendes que nuestra relación debe ser profesional por el bien del servicio.
Yo también soy escolta cuando te insultan en la calle o te miran con desprecio por el sólo hecho de trabajar en mi servicio y cuando demuestras tu profesionalidad al poder pensar tú y yo de manera distinta.
Yo también soy escolta cuando tampoco para ti hay fines de semana y cuando por las mañanas no tengo muchas ganas de hablar y sólo digo buenos días.
Y yo también soy escolta cuando además de mi protección, tienes que velar por la tuya y cuando hoy he estado contigo manifestándome en contra del atentado de los asesinos de ETA y mostrando nuestro apoyo al compañero herido.
Yo hoy soy Gabriel Giner y también Carlos, Francisco, Elena, Emilio, Fernando, Santos, Mónica, Chema, Oscar, José Luis, Michel... y tantos y tantos otros que habéis pasado por mi vida y por la vida de mis compañeros para que podamos trabajar en libertad, no importándome si trabajas en una empresa de seguridad privada o en la Guardia Civil, Cuerpo Nacional de Policía o Policía Municipal.
Discúlpame, compañero escolta, porque esta carta la tenía que haber escrito hace mucho tiempo, pero es verdad que muchas veces tiene que pasar algo para decidirme definitivamente a hacerlo y decirte lo que igual no puedo o no debo cuando estamos juntos.
Por último, déjame resumir con una sola palabra todo lo que he querido decirte: GRACIAS. Yo también soy escolta.