Índice
Protección de las víctimas de violencia de género en Galicia
Maltratadas bajo vigilancia policial
La Policía Nacional de A Coruña cuenta con una unidad especializada en controlar que los agresores cumplan con la prohibición de no aproximarse ni comunicarse con las víctimas
Agentes de la Policía Nacional patrullan por la calle. / rafa vázquez
A cada mujer maltratada se la asigna un policía que le acompañará en el juicio contra el agresor y al que podrá llamar las 24 horas de los 365 días del año para alertar sobre cualquier incidente. Este es el inicio del trabajo en la unidad de la Policía Nacional especializada en el control y seguimiento de las víctimas de violencia de género. El jefe de este grupo en A Coruña explica cómo es su día a día y cómo los agentes trabajan para que los agresores cumplan con la prohibición de acercase o comunicarse con la víctima
A. R. | A CORUÑA Garantizar que los agresores cumplen con la prohibición de aproximarse o comunicarse con la víctima y analizar la evolución del riesgo de cada maltratada. Estos son dos de los principales objetivos de la Unidad de Prevención, Asistencia y Protección a mujeres víctimas de violencia de género (UPAP) de la Policía Nacional de A Coruña. "Nosotros nos encargamos del seguimiento del caso una vez que el denunciado pasa al juez. Vigilamos que se cumplan las medidas cautelares o las penas cuando ya hay sentencia", indica el jefe de esta unidad, Luis Gil.
El protocolo de actuación se pone en marcha en cuanto la víctima llega a la comisaría. En un primer momento, bien porque la policía acude al lugar de la agresión o bien porque la mujer denuncia a su agresor, es el Servicio de Atención a las Familias de la Policía Nacional quien les atiende. "Ellos recogen la denuncia y hacen una primera valoración de los hechos", indica Gil.
Al llegar a la UPAP, lo primero es asignar a cada maltratada un policía. "Uno de los ejes fundamentales de nuestro trabajo es la comunicación estable entre víctima y agente. El policía tiene un móvil al que la mujer puede llamar las 24 horas del día y en el que le atenderá aunque esté de vacaciones", señala Luis Gil, quien añade: "Además, el policía llama de forma periódica a la mujer, en función del nivel de riesgo que presente para comprobar que todo va bien o si hay que actuar".
Fijar el nivel de riesgo de cada maltratada es una de las primeras tareas de la UPAP. "Mantenemos una entrevista con la víctima y a través de los datos que tenemos del juzgado o de intervenciones policiales establecemos el riesgo de la mujer -bajo, medio o alto- y en función de este, se toman las medidas de protección policial correspondientes", sostiene Luis Gil, al frente de la UPAP desde 2008.
Pero, en la práctica, ¿cómo garantizan los policías que el agresor no va a infringir la orden de alejamiento? Con el trabajo en equipo. "Trabajamos en colaboración con otras unidades. Cada turno de coches patrulla que sale a la calle lleva un informe con los casos y sabe cómo se están desarrollando las órdenes, si se cumplen, si se han infringido alguna vez...", indica Luis Gil, quien se niega a cifrar cuántos agentes trabajan en la UPAP coruñesa y asegura que los casos en los que el agresor logra vulnerar la prohibición de aproximarse a la víctima "son una minoría".
En los casos de agresores que cuentan con algún dispositivo telemático de control, también funciona el trabajo de equipo. "Si vulnera la orden de alejamiento el dispositivo lanza una alarma al 091 de la ciudad más cercana a donde esté la víctima y automáticamente se alerta al vehículo policial que esté más próximo", sostiene Gil. "El objetivo es ver si se trata de un quebrantamiento o de otra incidencia como que el dispositivo no tenga batería, por ejemplo", indica.
La tecnología se alía con las víctimas de violencia de género para lograr que en caso de que el agresor vulnere la orden de alejamiento, la respuesta de la policía sea inmediata. Uno de los sistemas más innovadores son los bautizados como medios telemáticos de las medidas de alejamiento, más conocidos como pulseras, que comenzaron a utilizarse en 2009. Tanto la víctima como el agresor deberán llevar puesto -siempre que lo ordene un juez- un brazalete que estará conectado las 24 horas del día a un centro de control, que remite cualquier tipo de alerta a la policía. Si el condenado se acerca a menos de 500 metros de la víctima o intenta quitarse el brazalete, el aparato lanza una señal de alerta.
Pese a ser un método efectivo, solo 780 maltratadores llevan este brazalete en España. Galicia, con 21 pulseras, se encuentra en la mitad de la clasificación estatal, liderada por Madrid (252) y Andalucía (164), según los datos del Ministerio de Igualdad.
Otro sistema telemático más utilizado es el servicio telefónico de atención y protección a las víctimas (Atenpro), que permite a las maltratadas conectar con un centro de asistencia en cualquier momento. Un total de 433 gallegas tienen este sistema de telelocalización, de las que 237 residen en la provincia de A Coruña, la mayor cifra de toda la comunidad gallega.
Pese a los métodos de protección policial o telemáticos que hay a disposición de las mujeres maltratadas, la Xunta también ofrece cursos específicos de autoprotección en los que las víctimas aprenden técnicas para saber gestionar posibles situaciones de riesgo. Un total de 163 mujeres -42 en la provincia de A Coruña, 63 en Pontevedra, 33 en Lugo y 25 en Ourense-asistieron a este tipo de clases durante el pasado año en Galicia, según los últimos datos de los que dispone la Secretaría Xeral de Igualdade, que revelan que la cifra de participantes en estos cursos se duplicó en sólo un año.
Cada taller, de unas 12 horas de duración, se divide en clases prácticas y teóricas. Las víctimas aprenden a diferenciar los comportamientos violentos que se producen -violencia física, verbal o gestual- así como los escenarios más habituales. A partir de ahí, las maltratadas aprenden destrezas básicas para saber manejarse en situaciones de riesgo: técnicas de seguridad para ganar tiempo, prácticas para esquivar agresiones, el uso correcto de la distancia ante una agresión, los movimientos precisos para un desplazamiento eficaz o cómo saber controlar la voz -utilizarla de forma segura y potente, pero sin gritar- son algunas de las claves para enfrentarse a una situación de este tipo. Agentes de policía, especializados en violencia de género, son los encargos de impartir estas clases.
http://www.laopinioncoruna.es/sociedad/2012/09/09/escoltas-cuatro-patas/644130.html?utm_source=rss
http://noticiasvigilantes.foroactivo.com/t17127-proteccion-de-las-victimas-de-violencia-de-genero-en-galicia-maltratadas-bajo-vigilancia-policial
Maltratadas bajo vigilancia policial
La Policía Nacional de A Coruña cuenta con una unidad especializada en controlar que los agresores cumplan con la prohibición de no aproximarse ni comunicarse con las víctimas
Agentes de la Policía Nacional patrullan por la calle. / rafa vázquez
A cada mujer maltratada se la asigna un policía que le acompañará en el juicio contra el agresor y al que podrá llamar las 24 horas de los 365 días del año para alertar sobre cualquier incidente. Este es el inicio del trabajo en la unidad de la Policía Nacional especializada en el control y seguimiento de las víctimas de violencia de género. El jefe de este grupo en A Coruña explica cómo es su día a día y cómo los agentes trabajan para que los agresores cumplan con la prohibición de acercase o comunicarse con la víctima
A. R. | A CORUÑA Garantizar que los agresores cumplen con la prohibición de aproximarse o comunicarse con la víctima y analizar la evolución del riesgo de cada maltratada. Estos son dos de los principales objetivos de la Unidad de Prevención, Asistencia y Protección a mujeres víctimas de violencia de género (UPAP) de la Policía Nacional de A Coruña. "Nosotros nos encargamos del seguimiento del caso una vez que el denunciado pasa al juez. Vigilamos que se cumplan las medidas cautelares o las penas cuando ya hay sentencia", indica el jefe de esta unidad, Luis Gil.
El protocolo de actuación se pone en marcha en cuanto la víctima llega a la comisaría. En un primer momento, bien porque la policía acude al lugar de la agresión o bien porque la mujer denuncia a su agresor, es el Servicio de Atención a las Familias de la Policía Nacional quien les atiende. "Ellos recogen la denuncia y hacen una primera valoración de los hechos", indica Gil.
Al llegar a la UPAP, lo primero es asignar a cada maltratada un policía. "Uno de los ejes fundamentales de nuestro trabajo es la comunicación estable entre víctima y agente. El policía tiene un móvil al que la mujer puede llamar las 24 horas del día y en el que le atenderá aunque esté de vacaciones", señala Luis Gil, quien añade: "Además, el policía llama de forma periódica a la mujer, en función del nivel de riesgo que presente para comprobar que todo va bien o si hay que actuar".
Fijar el nivel de riesgo de cada maltratada es una de las primeras tareas de la UPAP. "Mantenemos una entrevista con la víctima y a través de los datos que tenemos del juzgado o de intervenciones policiales establecemos el riesgo de la mujer -bajo, medio o alto- y en función de este, se toman las medidas de protección policial correspondientes", sostiene Luis Gil, al frente de la UPAP desde 2008.
Pero, en la práctica, ¿cómo garantizan los policías que el agresor no va a infringir la orden de alejamiento? Con el trabajo en equipo. "Trabajamos en colaboración con otras unidades. Cada turno de coches patrulla que sale a la calle lleva un informe con los casos y sabe cómo se están desarrollando las órdenes, si se cumplen, si se han infringido alguna vez...", indica Luis Gil, quien se niega a cifrar cuántos agentes trabajan en la UPAP coruñesa y asegura que los casos en los que el agresor logra vulnerar la prohibición de aproximarse a la víctima "son una minoría".
En los casos de agresores que cuentan con algún dispositivo telemático de control, también funciona el trabajo de equipo. "Si vulnera la orden de alejamiento el dispositivo lanza una alarma al 091 de la ciudad más cercana a donde esté la víctima y automáticamente se alerta al vehículo policial que esté más próximo", sostiene Gil. "El objetivo es ver si se trata de un quebrantamiento o de otra incidencia como que el dispositivo no tenga batería, por ejemplo", indica.
La tecnología se alía con las víctimas de violencia de género para lograr que en caso de que el agresor vulnere la orden de alejamiento, la respuesta de la policía sea inmediata. Uno de los sistemas más innovadores son los bautizados como medios telemáticos de las medidas de alejamiento, más conocidos como pulseras, que comenzaron a utilizarse en 2009. Tanto la víctima como el agresor deberán llevar puesto -siempre que lo ordene un juez- un brazalete que estará conectado las 24 horas del día a un centro de control, que remite cualquier tipo de alerta a la policía. Si el condenado se acerca a menos de 500 metros de la víctima o intenta quitarse el brazalete, el aparato lanza una señal de alerta.
Pese a ser un método efectivo, solo 780 maltratadores llevan este brazalete en España. Galicia, con 21 pulseras, se encuentra en la mitad de la clasificación estatal, liderada por Madrid (252) y Andalucía (164), según los datos del Ministerio de Igualdad.
Otro sistema telemático más utilizado es el servicio telefónico de atención y protección a las víctimas (Atenpro), que permite a las maltratadas conectar con un centro de asistencia en cualquier momento. Un total de 433 gallegas tienen este sistema de telelocalización, de las que 237 residen en la provincia de A Coruña, la mayor cifra de toda la comunidad gallega.
Pese a los métodos de protección policial o telemáticos que hay a disposición de las mujeres maltratadas, la Xunta también ofrece cursos específicos de autoprotección en los que las víctimas aprenden técnicas para saber gestionar posibles situaciones de riesgo. Un total de 163 mujeres -42 en la provincia de A Coruña, 63 en Pontevedra, 33 en Lugo y 25 en Ourense-asistieron a este tipo de clases durante el pasado año en Galicia, según los últimos datos de los que dispone la Secretaría Xeral de Igualdade, que revelan que la cifra de participantes en estos cursos se duplicó en sólo un año.
Cada taller, de unas 12 horas de duración, se divide en clases prácticas y teóricas. Las víctimas aprenden a diferenciar los comportamientos violentos que se producen -violencia física, verbal o gestual- así como los escenarios más habituales. A partir de ahí, las maltratadas aprenden destrezas básicas para saber manejarse en situaciones de riesgo: técnicas de seguridad para ganar tiempo, prácticas para esquivar agresiones, el uso correcto de la distancia ante una agresión, los movimientos precisos para un desplazamiento eficaz o cómo saber controlar la voz -utilizarla de forma segura y potente, pero sin gritar- son algunas de las claves para enfrentarse a una situación de este tipo. Agentes de policía, especializados en violencia de género, son los encargos de impartir estas clases.
http://www.laopinioncoruna.es/sociedad/2012/09/09/escoltas-cuatro-patas/644130.html?utm_source=rss
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