Familiares de etarras anuncian una ofensiva para exaltar a sus presos
“Las calles serán testigos de una petición imparable”, amenazan. Ediles de Bildu asisten a una marcha en favor de la amnistía. Exigen una vez más que el Constitucional legalice Sortu. Encapuchados pintan sus consignas en el Guggenheim.
Jorge Bustos. Bilbao 07:41 (13-06-2011)
Ahora que ya tienen el poder, anuncian lo primero que quieren hacer con él: presionar al Estado reclamando la “amnistía” de quienes cumplen condena no por defender como patriotas su oprimido terruño, conviene recordarlo, sino por asesinar y extorsionar a inocentes en nombre de una causa totalitaria e históricamente delirante.
No es posible separar el hecho de que Bildu gobierne ya 123 municipios del País Vasco y Navarra, de la marcha triunfalista que recorrió ayer ambas orillas de la ría bilbaína, desde el Guggenheim –donde por cierto media decena de encapuchados perpetraron dos enormes pintadas de apoyo a los presos– hasta el ayuntamiento. Allí estaba el portavoz y líder de Bildu, Pello Urízar, institucionalizando con su presencia una demanda inasumible por un Estado de derecho que no se avenga a negociaciones ominosas. Junto a él se dejaron ver Elena García, concejal de Bildu en el Ayuntamiento de Bilbao e históricos batasunos como la abogada Jone Goirizelaia, Txelui Moreno, Niko Moreno y Marian Beitialarrangoitia. Y en derredor, unos millares de personas en festiva disposición y reivindicativa postura: adolescentes con crestas, niñas monas pero mal vestidas, madres con el carrito del bebé, abuelos, hombres maduros con la camiseta del Athletic y trianeros remando con banderas independentistas a los hombros. Porque hay que decir que los familiares de los etarras no surgen como zombies del subsuelo del videoclip de Thriller: son gente variopinta que, bisutería y rastas aparte, está convencida de que su hermano o hijo convicto es un ingenuo gudari torturado por un Estado represivo. Y por eso echan el domingo gritando: “¡Euskal presoak, etxera!” y “¡Presoak kalera amnistia osa!” –presos vascos a casa, amnistía ya– y, por eso, Urízar no tiene sonrojo en declarar ayer: “Los familiares de los presos se pueden tratar como víctimas también”.
Dos enormes banderas reivindicando reagrupación y libertad pendían del puente del consistorio. Recitado de versos eusquéricos por altavoz. Danzas folclóricas. Y comunicados políticos sobre una tribuna decorada con el omnipresente logotipo del mapa de Euskal Herria que pide acercar a los convictos vascos. Ni una pechera sin esta pegatina. Y los cánticos habituales. Pero ojo, ni una foto de un terrorista ni una consigna abiertamente proetarra –como la que sí oyó uno en San Sebastián el sábado: “Jo ta ke irabazi arte!”–: porque la llamada izquierda abertzale sabe que tiene la lupa judicial encima –Pablo Ruz autorizó esta marcha pero mandó vigilarla por si se producía algún tipo de enaltecimiento del terrorismo– y no quiere estropear el gran momento que están viviendo. Lo que quieren es seguir avanzando, con las metas inmediatas del “fin de la política penitenciaria” y de la legalización de Sortu para aunar más fuerzas todavía: “Las calles tienen que ser testigos de una petición imparable: la política penitenciaria vigente debe ser desarticulada –como si las cárceles fueran comandos, oigan– y situarse en clave de resolución democrática”, leía una speaker. Habló de las “situaciones extremas que se viven en prisión” y de “recorrer el camino hacia la amnistía”. Si próximamente se deroga la doctrina Parot, confirmarán el éxito de esta estrategia.
“Las calles serán testigos de una petición imparable”, amenazan. Ediles de Bildu asisten a una marcha en favor de la amnistía. Exigen una vez más que el Constitucional legalice Sortu. Encapuchados pintan sus consignas en el Guggenheim.
Jorge Bustos. Bilbao 07:41 (13-06-2011)
Ahora que ya tienen el poder, anuncian lo primero que quieren hacer con él: presionar al Estado reclamando la “amnistía” de quienes cumplen condena no por defender como patriotas su oprimido terruño, conviene recordarlo, sino por asesinar y extorsionar a inocentes en nombre de una causa totalitaria e históricamente delirante.
No es posible separar el hecho de que Bildu gobierne ya 123 municipios del País Vasco y Navarra, de la marcha triunfalista que recorrió ayer ambas orillas de la ría bilbaína, desde el Guggenheim –donde por cierto media decena de encapuchados perpetraron dos enormes pintadas de apoyo a los presos– hasta el ayuntamiento. Allí estaba el portavoz y líder de Bildu, Pello Urízar, institucionalizando con su presencia una demanda inasumible por un Estado de derecho que no se avenga a negociaciones ominosas. Junto a él se dejaron ver Elena García, concejal de Bildu en el Ayuntamiento de Bilbao e históricos batasunos como la abogada Jone Goirizelaia, Txelui Moreno, Niko Moreno y Marian Beitialarrangoitia. Y en derredor, unos millares de personas en festiva disposición y reivindicativa postura: adolescentes con crestas, niñas monas pero mal vestidas, madres con el carrito del bebé, abuelos, hombres maduros con la camiseta del Athletic y trianeros remando con banderas independentistas a los hombros. Porque hay que decir que los familiares de los etarras no surgen como zombies del subsuelo del videoclip de Thriller: son gente variopinta que, bisutería y rastas aparte, está convencida de que su hermano o hijo convicto es un ingenuo gudari torturado por un Estado represivo. Y por eso echan el domingo gritando: “¡Euskal presoak, etxera!” y “¡Presoak kalera amnistia osa!” –presos vascos a casa, amnistía ya– y, por eso, Urízar no tiene sonrojo en declarar ayer: “Los familiares de los presos se pueden tratar como víctimas también”.
Dos enormes banderas reivindicando reagrupación y libertad pendían del puente del consistorio. Recitado de versos eusquéricos por altavoz. Danzas folclóricas. Y comunicados políticos sobre una tribuna decorada con el omnipresente logotipo del mapa de Euskal Herria que pide acercar a los convictos vascos. Ni una pechera sin esta pegatina. Y los cánticos habituales. Pero ojo, ni una foto de un terrorista ni una consigna abiertamente proetarra –como la que sí oyó uno en San Sebastián el sábado: “Jo ta ke irabazi arte!”–: porque la llamada izquierda abertzale sabe que tiene la lupa judicial encima –Pablo Ruz autorizó esta marcha pero mandó vigilarla por si se producía algún tipo de enaltecimiento del terrorismo– y no quiere estropear el gran momento que están viviendo. Lo que quieren es seguir avanzando, con las metas inmediatas del “fin de la política penitenciaria” y de la legalización de Sortu para aunar más fuerzas todavía: “Las calles tienen que ser testigos de una petición imparable: la política penitenciaria vigente debe ser desarticulada –como si las cárceles fueran comandos, oigan– y situarse en clave de resolución democrática”, leía una speaker. Habló de las “situaciones extremas que se viven en prisión” y de “recorrer el camino hacia la amnistía”. Si próximamente se deroga la doctrina Parot, confirmarán el éxito de esta estrategia.