La jungla del andén
Varios vigilantes relatan los insultos y agresiones que sufren en su trabajo. «Debes i ntervenir en robos, peleas e intentos de suicido»
Viernes 6 de mayo, 8.45 horas de la mañana. Estación de plaza de Catalunya. Un joven de estética okupa acompañado de un perro llega al andén. Al verle, dos vigilantes se acercan a él, le comentan que en el metro no se puede ir con perro y le piden el billete. El joven dice que no lo ha sacado y empeza a insultar a los vigilantes: «Cabrones, hijos de puta, siempre vais a por los pobres» . Algunos viajeros se apartan mientras que otros apoyan al infractor. «Dejadle en paz, total por un perrito, qué más os da» . Impertérritos, los vigilantes hacen como que no oyen y sancionan al joven.
Incidentes como este son, por desgracia, el día a día de muchos vigilantes de los transportes públicos. «A partir del jueves, la noche en el metro es la jungla» , dice E., un guardia que lleva tres años trabajando en los andenes del suburbano barcelonés. Como él dice, se trata casi de un planeta aparte. «En el metro cada día viaja un millón de personas. Y es un espacio donde hay mucha menos policía que en la superficie. En esa ciudad subterránea, nosotros, los vigilantes, somos los que aplicamos la ley» , comenta.
Durante estos tres años, E., que prefiere no dar su nombre para evitar problemas con su empresa, ha visto de todo. «Lo normal es actuar con gente que se cuela sin pagar y vigilar a los carteristas. Pero también ves gente que se quiere suicidar tirándose a las vías o peleas con arma blanca» , señala. E. sostiene que las noches del fin de semana «el alcohol hace aflorar la cara más agresiva de nuestra sociedad, sobre todo de los jóvenes» .
Puestos a definir colectivos conflictivos en los andenes, E. apunta a dos: «Los jóvenes que van pasadísimos lo fines de semana y los carteristas». «Lo que nosotros vemos en las estaciones a primera hora de la mañana del fin de semana, a eso de las 6 o las 7 de la mañana, cuando los que han salido de fiesta vuelven a casa, es dantesco» , explica, y señala que los insultos son habituales y que en ocasiones sufren agresiones físicas.
Mapa de puntos negros
«Lo más suave que te dicen es ‘segurata de mierda’. De hecho, ese insulto es que ya ni lo oyes. Tienes que aprender a hacerte impermeable a eso; tienes que aprender que tú eres un profesional y que eso no va contigo» , explica José Antonio, un veterano vigilante.
A fuerza de incidentes, el colectivo de vigilantes tiene ya su mapa de puntos negros. En el metro, son las estaciones cercanas a la zona de Femades, entre Cornellà y L’Hospitalet, la parada de metro de Vila Olímpica, por su cercanía con la zona de ocio del puerto, así como las que quedan próximas a Heron City. En Renfe, la estación de Sabadell es, con diferencia la peor de todas. «El convoy que trae a Barcelona a los jóvenes que han pasado la noche en la Zona Hermértica es el más peligroso de toda la red» , comenta José Antonio, aunque reconoce que en las estaciones de tren de plaza de Catalunya y de Sant Andreu Arenal los incidentes también son habituales.
Los carteristas son fuente de problemas. «Para empezar porque esos sí conocen al dedillo la ley y saben que nosotros no somos como la policía, así que siempre intentan darse a la fuga y agredirnos con las cuchillas que usan para rajar los bolsos» , relata otro vigilante.