14/04/2011 Porque resulta cómico que unos vigilantes de seguridad se rebelen contra su propia empresa exigiendo a la institución nada menos que no le renueve el contrato, cuando el cliente confiesa estar satisfecho con el servicio que recibe,
La situación generada podría calificarse de cómica si no fuera porque estamos hablando de la seguridad de una Universidad, con instalaciones muy caras de mantener y miles de usuarios que tienen derecho a servicios de calidad y a un precio adecuado. Porque resulta cómico que unos vigilantes de seguridad se rebelen contra su propia empresa exigiendo a la institución nada menos que no le renueve el contrato, cuando el cliente confiesa estar satisfecho con el servicio que recibe, no en vano acaba de firmar la renovación por dos años. Es obvio que esos trabajadores no comparten la política de recursos humanos de Seguridad Integral Canaria, y en alguna ocasión ha mediado la Universidad para imponer la paz laboral, no sin algunas sorpresas por parte de los intermediarios de la institución a los que ha llamado la atención que, acordada la readmisión de algunos despedidos, éstos hayan alegado que no quieren el empleo sino que no sea Seguridad Integral la concesionaria. Para completar tanto surrealismo, el comité de empresa declara una huelga que apenas secundan dos o tres trabajadores cada día, y para aparentar lo que no es, los que están libres de servicio acuden cada mañana a intimidar al rector a la puerta de su casa, como si el conflicto laboral fuera con la Universidad.

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