De vigilante de albergues a vivir como un sin techo
Llueve, nieva a ratos y los termómetros marcan dos grados bajo cero. Es, sin duda, uno de los peores días del invierno de León pero los inquilinos del hogar para sin techo de la fundación Cauce tienen la suerte de ver el tiempo desde el otro lado del cristal. Y con una estufa cerca. Hace unos meses, unos cartones, un cajero o un parking serían su único resguardo pero gracias a la labor de esta fundación las cosas han cambiado.
J. puede hablar en primera persona del tópico ‘las vueltas que da la vida’. En Tenerife había trabajado varios años como guardia de seguridad de albergues “en la época dura, cuando querían entrar todos los que llegaban en patera y no había sitio para todos. A veces había incluso que sacar la porra”, recuerda este hombre que se quedó sin trabajo, se fue a Madrid en busca de empleo y allí estuvo hasta que se agotó el dinero del paro y todas las prestaciones de ayuda.
Desde el pasado mes de octubre se convirtió en un transeúnte y ha deambulado por varias provincias hasta que recayó a principios de febrero en el Hogar del Transeúnte de León, pese “a lo mal que me habían hablado de los leoneses”. No tarda un segundo en aclarar que ha podido comprobar “todo lo contrario” y que desde el primer día ha recibido atención social y médica para “salir de esta profunda depresión”. Admite que meses atrás le daba igual “un sitio que otro” porque “la calle siempre es dura”.
Lo primero para empezar a mirar el futuro con optimismo es independizarse y ese paso ya lo ha dado gracias a la fundación Cauce que tiene alquilado un piso y ofrece sus habitaciones a personas sin techo. Cuando habla sentado en un sofá de su nueva casa, se muestra consciente de lo importante que es “llegar a un hogar, comer, dormir en una habitación y poder tener tu ropa limpia para que tu aspecto sea decente”.
Su meta no es otra que “salir cuanto antes de esta situación a la que es muy fácil llegar pero muy difícil dejar”. Obvio es que no le importa trabajar en lo que sea, donde sea y las horas que sean.
Un particular Camino de SantiagoJ. y Adolfo no dudan en asegurar que “lo peor de vivir en la calle eres tú mismo y enfrentarte a la soledad”. Adolfo ostenta el título de haber inaugurado este piso de la fundación Cauce que funciona desde el 1 de septiembre de 2010.
“Hice mi propio Camino de Santiago y vine andando desde Madrid hasta León” cuando se quedó sin trabajo, sin un hogar y sin su familia hace más de un año. 365 días y noches en los que poco más podía hacer que deambular y sobrevivir.
Así hasta que llegó al Hogar del Transeúnte y a la residencia Calor y Café de León. Pero la estancia en estos centros no puede ser eterna.
Sin embargo, Adolfo, tras ser atendido por una psicóloga y una técnico del Ayuntamiento, tuvo la fortuna de estar en el lugar y en el momento preciso para que pudiera formar parte de este proyecto de inclusión de la fundación Cauce.
“Aquí somos gente decente”‘Presume’ de haber reconquistado la relación con su familia y a sus dos hijas que ya le han visitado. Además, ha trabajado en la vendimia, en el lúpulo de Benavides de Órbigo, tiene la tarjeta profesional de la construcción y se ha sacado en este tiempo el carné de carretillero.
Busca ocupación, acude a la biblioteca, a los puntos de acceso gratuitos de internet y poco a poco ha reconducido su vida. Es más, Adolfo es una persona que sonríe a menudo.
Todo esto ha sido posible gracias a esta fundación dirigida por Rosa González. Al igual que Marisa García, una de las trabajadoras sociales, conoce cada una de las historias de las personas a las que atienden, cómo han llegado y con satisfacción también cuenta cuál ha sido su posterior destino.
En estos seis meses han acogido a ocho transeúntes a los que han amparado y devuelto la dignidad; esperan conseguir más ayudas para seguir con esta iniciativa de reinserción sociolaboral.
Tuvieron muchos problemas para alquilar e incluso les llegaron a decir en los innumerables ‘no’ que recibieron que “es que aquí somos gente decente”. De momento, no han tenido ningún problema con el arrendador e incluso un vecino está dispuesto ahora a alquilar su piso para el mismo fin.
http://www.la-cronica.net/2011/02/27/leon/de-vigilante-de-albergues-a-vivir-como-un-sin-techo-113474.htm
Llueve, nieva a ratos y los termómetros marcan dos grados bajo cero. Es, sin duda, uno de los peores días del invierno de León pero los inquilinos del hogar para sin techo de la fundación Cauce tienen la suerte de ver el tiempo desde el otro lado del cristal. Y con una estufa cerca. Hace unos meses, unos cartones, un cajero o un parking serían su único resguardo pero gracias a la labor de esta fundación las cosas han cambiado.
J. puede hablar en primera persona del tópico ‘las vueltas que da la vida’. En Tenerife había trabajado varios años como guardia de seguridad de albergues “en la época dura, cuando querían entrar todos los que llegaban en patera y no había sitio para todos. A veces había incluso que sacar la porra”, recuerda este hombre que se quedó sin trabajo, se fue a Madrid en busca de empleo y allí estuvo hasta que se agotó el dinero del paro y todas las prestaciones de ayuda.
Desde el pasado mes de octubre se convirtió en un transeúnte y ha deambulado por varias provincias hasta que recayó a principios de febrero en el Hogar del Transeúnte de León, pese “a lo mal que me habían hablado de los leoneses”. No tarda un segundo en aclarar que ha podido comprobar “todo lo contrario” y que desde el primer día ha recibido atención social y médica para “salir de esta profunda depresión”. Admite que meses atrás le daba igual “un sitio que otro” porque “la calle siempre es dura”.
Lo primero para empezar a mirar el futuro con optimismo es independizarse y ese paso ya lo ha dado gracias a la fundación Cauce que tiene alquilado un piso y ofrece sus habitaciones a personas sin techo. Cuando habla sentado en un sofá de su nueva casa, se muestra consciente de lo importante que es “llegar a un hogar, comer, dormir en una habitación y poder tener tu ropa limpia para que tu aspecto sea decente”.
Su meta no es otra que “salir cuanto antes de esta situación a la que es muy fácil llegar pero muy difícil dejar”. Obvio es que no le importa trabajar en lo que sea, donde sea y las horas que sean.
Un particular Camino de SantiagoJ. y Adolfo no dudan en asegurar que “lo peor de vivir en la calle eres tú mismo y enfrentarte a la soledad”. Adolfo ostenta el título de haber inaugurado este piso de la fundación Cauce que funciona desde el 1 de septiembre de 2010.
“Hice mi propio Camino de Santiago y vine andando desde Madrid hasta León” cuando se quedó sin trabajo, sin un hogar y sin su familia hace más de un año. 365 días y noches en los que poco más podía hacer que deambular y sobrevivir.
Así hasta que llegó al Hogar del Transeúnte y a la residencia Calor y Café de León. Pero la estancia en estos centros no puede ser eterna.
Sin embargo, Adolfo, tras ser atendido por una psicóloga y una técnico del Ayuntamiento, tuvo la fortuna de estar en el lugar y en el momento preciso para que pudiera formar parte de este proyecto de inclusión de la fundación Cauce.
“Aquí somos gente decente”‘Presume’ de haber reconquistado la relación con su familia y a sus dos hijas que ya le han visitado. Además, ha trabajado en la vendimia, en el lúpulo de Benavides de Órbigo, tiene la tarjeta profesional de la construcción y se ha sacado en este tiempo el carné de carretillero.
Busca ocupación, acude a la biblioteca, a los puntos de acceso gratuitos de internet y poco a poco ha reconducido su vida. Es más, Adolfo es una persona que sonríe a menudo.
Todo esto ha sido posible gracias a esta fundación dirigida por Rosa González. Al igual que Marisa García, una de las trabajadoras sociales, conoce cada una de las historias de las personas a las que atienden, cómo han llegado y con satisfacción también cuenta cuál ha sido su posterior destino.
En estos seis meses han acogido a ocho transeúntes a los que han amparado y devuelto la dignidad; esperan conseguir más ayudas para seguir con esta iniciativa de reinserción sociolaboral.
Tuvieron muchos problemas para alquilar e incluso les llegaron a decir en los innumerables ‘no’ que recibieron que “es que aquí somos gente decente”. De momento, no han tenido ningún problema con el arrendador e incluso un vecino está dispuesto ahora a alquilar su piso para el mismo fin.
http://www.la-cronica.net/2011/02/27/leon/de-vigilante-de-albergues-a-vivir-como-un-sin-techo-113474.htm