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Vigilantes olvidados en la noche
El servicio de vigilancia nocturna opera en la ciudad desde hace más de 30 años con personal autónomo
17.10.10 - 02:22 -
OVIEDO. OVIEDO.
Los vigilantes nocturnos se reúnen cada día a las 23.00 en el cuartel de la Policía Local de Rubín para repartirse el trabajo. :: MARIO ROJAS
Agentes de la autoridad municipal, sin armas; vigilantes controlados por la Policía Local, sin la categoría de funcionarios; trabajadores públicos, cuyo sueldo depende de los comerciantes y comunidades de vecinos de la ciudad. Pasan desapercibidos para muchos ovetenses, pero aquí, en la ciudad, cada noche una decena de hombres patrullan las calles a pie desde hace ya 31 años. Son los vigilantes nocturnos, una figura obligatoria en su día para las capitales de provincia y que poco a poco ha ido desapareciendo en toda España. En todas las ciudades, menos en Oviedo, que, dicen, «es la única, que sepamos, que mantiene el servicio». Insisten en que no son serenos, que ellos son agentes. ¿Qué es lo que hacen?
Son las once de la noche. En una sala de reuniones en los sótanos del cuartel de la Policía Local en Rubín, un grupo de hombres, de entre 40 y 60 años, conversa pendiente del 'walkie talkie'. Como cada noche, acaban de recoger su emisora, ya colocada en el cinturón. A su lado unas esposas, un pequeño tolete, una linterna y un racimo de llaves (algunos más nutridos que otros).
-¿Nada de armas?
-Ahora no las llevamos. Antes sí que las teníamos.
La pregunta parece que provoca cierto resquemor en los agentes: «Nos sentimos más indefensos. El Ayuntamiento está trabajando para cambiar los permisos y que podamos portar de nuevo una pistola», cuentan. Hasta hace aproximadamente cuatro años los vigilantes nocturnos municipales salían a la calle con un arma corta, porque aunque Oviedo, aseguran, es una ciudad tranquila «alguna vez nos hemos visto en situaciones comprometidas».
Los vigilantes nocturnos recorren a pie nueve zonas de la ciudad. Pasean hasta las seis de la madrugada para prevenir delitos. Es su principal función y, aunque tienen potestad para realizar detenciones, son los policías locales quienes las efectúan en la mayoría de los casos. «Estamos en contacto permanente con la Policía. En cuanto vemos algo sospechoso, les avisamos, pero si la situación es urgente intervenimos nosotros mismos», explican. Su trabajo permanece en un segundo plano. De hecho, mucha gente les confunde con los serenos que operan en otras ciudades, Gijón, por ejemplo. Pero su labor es diferente, está controlada por una ordenanza municipal y un Real Decreto que se remonta al año 1977. De ahí muchas de las confusiones. Con el paso de los años la figura del vigilante nocturno municipal fue absorbida en la mayoría de las ciudades por la Policía Local.
El origen
Los serenos actuales nacieron en noviembre de 1944, cuando se creó el Cuerpo de Vigilantes Nocturnos. Tenían la costumbre de gritar durante toda la noche la hora que era y el estado meteorológico de cada momento, que casi siembre estaba sereno, de ahí su apelativo. Llevaban una porra de goma para su defensa y una lámpara para alumbrarse, innecesaria cuando apareció el alumbrado eléctrico. Su retribución dependía de los vecinos, propietarios y comerciantes de la zona, por lo que las propinas eran, en gran medida, su medio de vida.
A mediados de los años 70, hubo una primera reforma y la vigilancia nocturna pasó a depender de los Ayuntamientos, que convirtieron a los serenos en funcionarios municipales. La transformación no dio los resultados esperados. Las dificultades económicas de las corporaciones locales hicieron imposible el establecimiento de un servicio efectivo, provocando un incremento sensible de la actividad delictiva y un creciente grado de inseguridad. Alegando estas razones, que provocaron gran número de quejas ciudadanas, en 1977 el Ministerio del Interior realizó una segunda reforma con carácter de urgencia. Así nacieron los vigilantes nocturnos, que aún hoy operan en Oviedo con las mismas reglas de juego: su sueldo como trabajadores autónomos lleva 30 años dependiendo de las aportaciones de vecinos y comerciantes.
La vigilancia nocturna era obligatoria en las capitales de provincia de más de 100.000 habitantes. Para entrar a formar parte del servicio los requisitos eran: ser español, mayor de edad, no haber sido condenado por delito doloso, gozar de buena reputación y moralidad y no padecer enfermedad o defecto físico incompatible con el ejercicio de su función. «Salieron las plazas y decidimos apuntarnos. Tuvimos que hacer un pequeño curso en una academia y así entramos en el servicio», rememoran los agentes ovetenses.
Los criterios para la elección de los vigilantes están cuando menos desfasados, máxime cuando el mismo decreto deja en manos de los responsables municipales la posibilidad de que porten un arma corta y demás elementos de defensa reglamentarios. Pero el decreto no está derogado y nada ha cambiado. Tampoco el tema monetario. La normativa insiste en que «en ningún caso el nombramiento determinará la adquisición de la calidad de funcionario municipal».
«Tendemos a desaparecer»
Las diferencias de ingresos son otra de las problemáticas de los vigilantes. No es lo mismo trabajar en la zona centro, donde se concentran la mayoría de los comercios, que en el extrarradio. Lo mismo ocurre con las comunidades de vecinos y aparcamiento de vehículos, que ceden sus llaves a los agente para las rondas nocturnas. «Nuestro trabajo no se ve. Muchas personas no saben ni que existimos, incluso hay comerciantes que a veces dudan de nuestra labor», reconocen. Uno de los miembros del servicio, que prefiere mantener su anonimato, lo vivió en su propia carne. Cuenta que una de las propietarias de un negocio que él controlaba para evitar atracos, siempre desconfiaba a la hora de pagar. «Tuvo que cerrar el negocio, y casualidades de la vida, me la encontré en varias ocasiones. Entonces valoró nuestro trabajo».
Es precisamente el cierre de muchos negocios por la crisis económica, un escollo más a sortear, porque, dicen, su figura acabará en el olvido. «Tendemos a desaparecer. Hace más de 18 años que no se incorpora ni una sola persona al servicio», aseguran. Y eso que creen que su labor sigue siendo necesaria. Robos, reyertas e intervenciones de drogas, suelen ser las operaciones más habituales, pero no las únicas.
«Hace años, fuimos nosotros quienes localizamos a una furgoneta que circulaba a gran velocidad por la calle González Besada. Se metió por zonas peatonales y acabó embistiendo a un coche patrulla de la Policía. Le pillaron en Mieres. El coche era robado». O aquella vez en la que participaron en un tiroteo en el centro de la ciudad: «Era un prisionero fugado. Había ido a recoger una escopeta, un vigilante nocturno le siguió y le cogieron, pero hubo un tiroteo. Uno de nosotros acabó en el centro de salud, porque le hirieron en la cabeza con una piedra».
Seguirán caminando por la ciudad, un poco en el olvido, aguardando a que su situación mejore y haciendo la parte «fea» del trabajo: los juicios. Siempre, bajo la supervisión de la Policía Local y al servicio de los ciudadanos, «como agentes de la de la autoridad local que somos».
http://noticiasvigilantes.foroactivo.com/seguridad-f4/vigilantes-olvidados-en-la-noche-t9270.htm
El servicio de vigilancia nocturna opera en la ciudad desde hace más de 30 años con personal autónomo
17.10.10 - 02:22 -
OVIEDO. OVIEDO.
Los vigilantes nocturnos se reúnen cada día a las 23.00 en el cuartel de la Policía Local de Rubín para repartirse el trabajo. :: MARIO ROJAS
Agentes de la autoridad municipal, sin armas; vigilantes controlados por la Policía Local, sin la categoría de funcionarios; trabajadores públicos, cuyo sueldo depende de los comerciantes y comunidades de vecinos de la ciudad. Pasan desapercibidos para muchos ovetenses, pero aquí, en la ciudad, cada noche una decena de hombres patrullan las calles a pie desde hace ya 31 años. Son los vigilantes nocturnos, una figura obligatoria en su día para las capitales de provincia y que poco a poco ha ido desapareciendo en toda España. En todas las ciudades, menos en Oviedo, que, dicen, «es la única, que sepamos, que mantiene el servicio». Insisten en que no son serenos, que ellos son agentes. ¿Qué es lo que hacen?
Son las once de la noche. En una sala de reuniones en los sótanos del cuartel de la Policía Local en Rubín, un grupo de hombres, de entre 40 y 60 años, conversa pendiente del 'walkie talkie'. Como cada noche, acaban de recoger su emisora, ya colocada en el cinturón. A su lado unas esposas, un pequeño tolete, una linterna y un racimo de llaves (algunos más nutridos que otros).
-¿Nada de armas?
-Ahora no las llevamos. Antes sí que las teníamos.
La pregunta parece que provoca cierto resquemor en los agentes: «Nos sentimos más indefensos. El Ayuntamiento está trabajando para cambiar los permisos y que podamos portar de nuevo una pistola», cuentan. Hasta hace aproximadamente cuatro años los vigilantes nocturnos municipales salían a la calle con un arma corta, porque aunque Oviedo, aseguran, es una ciudad tranquila «alguna vez nos hemos visto en situaciones comprometidas».
Los vigilantes nocturnos recorren a pie nueve zonas de la ciudad. Pasean hasta las seis de la madrugada para prevenir delitos. Es su principal función y, aunque tienen potestad para realizar detenciones, son los policías locales quienes las efectúan en la mayoría de los casos. «Estamos en contacto permanente con la Policía. En cuanto vemos algo sospechoso, les avisamos, pero si la situación es urgente intervenimos nosotros mismos», explican. Su trabajo permanece en un segundo plano. De hecho, mucha gente les confunde con los serenos que operan en otras ciudades, Gijón, por ejemplo. Pero su labor es diferente, está controlada por una ordenanza municipal y un Real Decreto que se remonta al año 1977. De ahí muchas de las confusiones. Con el paso de los años la figura del vigilante nocturno municipal fue absorbida en la mayoría de las ciudades por la Policía Local.
El origen
Los serenos actuales nacieron en noviembre de 1944, cuando se creó el Cuerpo de Vigilantes Nocturnos. Tenían la costumbre de gritar durante toda la noche la hora que era y el estado meteorológico de cada momento, que casi siembre estaba sereno, de ahí su apelativo. Llevaban una porra de goma para su defensa y una lámpara para alumbrarse, innecesaria cuando apareció el alumbrado eléctrico. Su retribución dependía de los vecinos, propietarios y comerciantes de la zona, por lo que las propinas eran, en gran medida, su medio de vida.
A mediados de los años 70, hubo una primera reforma y la vigilancia nocturna pasó a depender de los Ayuntamientos, que convirtieron a los serenos en funcionarios municipales. La transformación no dio los resultados esperados. Las dificultades económicas de las corporaciones locales hicieron imposible el establecimiento de un servicio efectivo, provocando un incremento sensible de la actividad delictiva y un creciente grado de inseguridad. Alegando estas razones, que provocaron gran número de quejas ciudadanas, en 1977 el Ministerio del Interior realizó una segunda reforma con carácter de urgencia. Así nacieron los vigilantes nocturnos, que aún hoy operan en Oviedo con las mismas reglas de juego: su sueldo como trabajadores autónomos lleva 30 años dependiendo de las aportaciones de vecinos y comerciantes.
La vigilancia nocturna era obligatoria en las capitales de provincia de más de 100.000 habitantes. Para entrar a formar parte del servicio los requisitos eran: ser español, mayor de edad, no haber sido condenado por delito doloso, gozar de buena reputación y moralidad y no padecer enfermedad o defecto físico incompatible con el ejercicio de su función. «Salieron las plazas y decidimos apuntarnos. Tuvimos que hacer un pequeño curso en una academia y así entramos en el servicio», rememoran los agentes ovetenses.
Los criterios para la elección de los vigilantes están cuando menos desfasados, máxime cuando el mismo decreto deja en manos de los responsables municipales la posibilidad de que porten un arma corta y demás elementos de defensa reglamentarios. Pero el decreto no está derogado y nada ha cambiado. Tampoco el tema monetario. La normativa insiste en que «en ningún caso el nombramiento determinará la adquisición de la calidad de funcionario municipal».
«Tendemos a desaparecer»
Las diferencias de ingresos son otra de las problemáticas de los vigilantes. No es lo mismo trabajar en la zona centro, donde se concentran la mayoría de los comercios, que en el extrarradio. Lo mismo ocurre con las comunidades de vecinos y aparcamiento de vehículos, que ceden sus llaves a los agente para las rondas nocturnas. «Nuestro trabajo no se ve. Muchas personas no saben ni que existimos, incluso hay comerciantes que a veces dudan de nuestra labor», reconocen. Uno de los miembros del servicio, que prefiere mantener su anonimato, lo vivió en su propia carne. Cuenta que una de las propietarias de un negocio que él controlaba para evitar atracos, siempre desconfiaba a la hora de pagar. «Tuvo que cerrar el negocio, y casualidades de la vida, me la encontré en varias ocasiones. Entonces valoró nuestro trabajo».
Es precisamente el cierre de muchos negocios por la crisis económica, un escollo más a sortear, porque, dicen, su figura acabará en el olvido. «Tendemos a desaparecer. Hace más de 18 años que no se incorpora ni una sola persona al servicio», aseguran. Y eso que creen que su labor sigue siendo necesaria. Robos, reyertas e intervenciones de drogas, suelen ser las operaciones más habituales, pero no las únicas.
«Hace años, fuimos nosotros quienes localizamos a una furgoneta que circulaba a gran velocidad por la calle González Besada. Se metió por zonas peatonales y acabó embistiendo a un coche patrulla de la Policía. Le pillaron en Mieres. El coche era robado». O aquella vez en la que participaron en un tiroteo en el centro de la ciudad: «Era un prisionero fugado. Había ido a recoger una escopeta, un vigilante nocturno le siguió y le cogieron, pero hubo un tiroteo. Uno de nosotros acabó en el centro de salud, porque le hirieron en la cabeza con una piedra».
Seguirán caminando por la ciudad, un poco en el olvido, aguardando a que su situación mejore y haciendo la parte «fea» del trabajo: los juicios. Siempre, bajo la supervisión de la Policía Local y al servicio de los ciudadanos, «como agentes de la de la autoridad local que somos».
http://noticiasvigilantes.foroactivo.com/seguridad-f4/vigilantes-olvidados-en-la-noche-t9270.htm
