Los presos de ETA en Galicia eluden condenar la violencia y pedir perdón
El medio centenar de etarras en los penales gallegos sigue las directrices de la banda . Secunda un día a la semana una huelga de hambre y se encierra en sus celdas como medidas de protesta
Idoia López Riaño, ´La Tigresa´.
R. PRIETO A CORUÑA Ni tregua ni perdón a las víctimas. Los presos de ETA en Galicia se niegan a condenar la violencia y a dejar las armas. El medio centenar de reclusos etarras que cumplen condena en alguno de los penales gallegos se mantiene en el sector más duro de la banda. Y como medidas de protesta hacen una huelga de hambre a la semana y encierros en sus celdas. Son órdenes de la dirección terrorista acatadas por la mayoría de los 700 etarras entre rejas.
Pero cada vez son más los reclusos de ETA que se revelan contra las directrices de la cúpula. A la treintena de arrepentidos, la organización terrorista los ha expulsado de sus filas. Las últimas disensiones en el seno de la banda se produjeron a raíz de una carta impulsada el pasado mes de mayo por ocho históricos etarras que apuestan por "reconocer" y "reparar" los daños causados a las víctimas. La misiva que desde entonces ha sido movida por familiares de presos etarras por las prisiones del país ha logrado ya un centenar de adeptos. Aunque no reniegan de la violencia, aspiran a un final dialogado del terrorismo liderado por el ex portavoz de Batasuna Arnaldo Otegi. Y mientras esperan ese momento, colaboran en los centros penitenciarios en los que cumplen condena. ¿Cómo? Negándose a secundar las huelgas de hambre ordenadas por ETA y los encierros en sus celdas, los llamados txapeos. Pero en Galicia, ninguno de los cerca de 50 presos etarras ha plantado cara a las consignas de la banda.
El pasado mes de mayo, históricos etarras que cumplen condena en cárceles españolas como Carmen Gisasola, Joseba Urrusolo Sistiaga, Kepa Pikabea, Rafael Caride Simón, Andoni Alza Hernández, Koldo Carrasco Aseginolaza, Fernando de Luis Astarloa y Josu García Corporales firmaron un documento en el que, por primera vez, alguien relacionado con la banda terrorista y su entorno apuesta por "reconocer y reparar" los daños causados a las víctimas del terrorismo.
Esta iniciativa se une a la que a finales del año pasado promovieron desde la prisión de Logroño los ex jefes militares de ETA José Luis Álvarez Santacristina Txelis, uno de los más destacados presos disidentes, y Kepa Pikabea. En esa misiva, reconocen que la lucha armada no sólo ha sido inútil en el camino de "liberar a Euskal Herria", sino que se ha convertido en un "obstáculo" para "lograr niveles más altos de autogobierno" y llevar adelante una política "eficaz" en favor de la autodeterminación del pueblo vasco, al impedir "la unidad entre los abertzales".
En los últimos tres meses, familiares de presos etarras han llevado a los distintos penales la última carta firmada por ocho etarras disidentes con la dirección de la banda. Hasta el momento, según fuentes penitenciarias, ninguno de los internos de ETA en los penales de Teixeiro y A Lama, que concentran casi 40 reclusos de la banda, ha firmado el manifiesto contra la lucha armada ni se ha desmarcado de las consignas de la cúpula etarra.
Desde hace casi dos meses, la histórica etarra Idoia López Riaño, La Tigresa, con 23 asesinatos a sus espaldas, se pasea por el patio de la prisión alavesa de Nanclares de Oca. Ahí es a donde el Ministerio del Interior ha trasladado a los etarras que han decidido romper con la banda y pedir perdón a sus víctimas. López Riaño, que cumplía antes condena en el penal pontevedrés de A Lama, escribió previamente una carta de su puño y letra en la que comunica la decisión tomada por ella y su pareja, Joseba Arizmendi. "Por medio de estas líneas Idoia López Riaño y Joseba Arizmendi manifestamos nuestra decisión de dejar ETA desvinculándonos totalmente de ella y de cualquier tipo de violencia", recoge el texto.
Pero entre el colectivo de presos etarras, los más duros siguen siendo mayoría. El ex jefe del aparato militar Francisco Javier García Gaztelu, Txapote, y su mujer Irantzu Gallastegui, Amaia, condenados por el secuestro y asesinato del concejal del PP de Ermua Miguel Ángel Blanco en 1997, cumplen condena sin mostrar el más mínimo arrepentimiento. Los dos etarras fueron trasladados el pasado mes de junio del penal coruñés de Teixeiro a la cárcel de Acebuche (Almería). La política penitenciaria seguida por Interior es la de acercar a las prisiones del País Vasco a los presos que de una forma u otra han roto con la organización terrorista o se han desmarcado de la lucha armada que propugna la banda. Las cárceles del sur por el contrario, como ha ocurrido con los traslados de Txapote y Amaia, son las elegidas por Instituciones Penitenciarias para trasladar a los presos de la línea dura de ETA. En lo que va de año, el Ministerio del Interior trasladó a más de 60 etarras a cárceles alejadas del País Vasco.
http://noticiasvigilantes.foroactivo.com/terrorismo-f19/los-presos-de-eta-en-galicia-eluden-condenar-la-violencia-y-pedir-perdon-t8023.htm
El medio centenar de etarras en los penales gallegos sigue las directrices de la banda . Secunda un día a la semana una huelga de hambre y se encierra en sus celdas como medidas de protesta
Idoia López Riaño, ´La Tigresa´.
R. PRIETO A CORUÑA Ni tregua ni perdón a las víctimas. Los presos de ETA en Galicia se niegan a condenar la violencia y a dejar las armas. El medio centenar de reclusos etarras que cumplen condena en alguno de los penales gallegos se mantiene en el sector más duro de la banda. Y como medidas de protesta hacen una huelga de hambre a la semana y encierros en sus celdas. Son órdenes de la dirección terrorista acatadas por la mayoría de los 700 etarras entre rejas.
Pero cada vez son más los reclusos de ETA que se revelan contra las directrices de la cúpula. A la treintena de arrepentidos, la organización terrorista los ha expulsado de sus filas. Las últimas disensiones en el seno de la banda se produjeron a raíz de una carta impulsada el pasado mes de mayo por ocho históricos etarras que apuestan por "reconocer" y "reparar" los daños causados a las víctimas. La misiva que desde entonces ha sido movida por familiares de presos etarras por las prisiones del país ha logrado ya un centenar de adeptos. Aunque no reniegan de la violencia, aspiran a un final dialogado del terrorismo liderado por el ex portavoz de Batasuna Arnaldo Otegi. Y mientras esperan ese momento, colaboran en los centros penitenciarios en los que cumplen condena. ¿Cómo? Negándose a secundar las huelgas de hambre ordenadas por ETA y los encierros en sus celdas, los llamados txapeos. Pero en Galicia, ninguno de los cerca de 50 presos etarras ha plantado cara a las consignas de la banda.
El pasado mes de mayo, históricos etarras que cumplen condena en cárceles españolas como Carmen Gisasola, Joseba Urrusolo Sistiaga, Kepa Pikabea, Rafael Caride Simón, Andoni Alza Hernández, Koldo Carrasco Aseginolaza, Fernando de Luis Astarloa y Josu García Corporales firmaron un documento en el que, por primera vez, alguien relacionado con la banda terrorista y su entorno apuesta por "reconocer y reparar" los daños causados a las víctimas del terrorismo.
Esta iniciativa se une a la que a finales del año pasado promovieron desde la prisión de Logroño los ex jefes militares de ETA José Luis Álvarez Santacristina Txelis, uno de los más destacados presos disidentes, y Kepa Pikabea. En esa misiva, reconocen que la lucha armada no sólo ha sido inútil en el camino de "liberar a Euskal Herria", sino que se ha convertido en un "obstáculo" para "lograr niveles más altos de autogobierno" y llevar adelante una política "eficaz" en favor de la autodeterminación del pueblo vasco, al impedir "la unidad entre los abertzales".
En los últimos tres meses, familiares de presos etarras han llevado a los distintos penales la última carta firmada por ocho etarras disidentes con la dirección de la banda. Hasta el momento, según fuentes penitenciarias, ninguno de los internos de ETA en los penales de Teixeiro y A Lama, que concentran casi 40 reclusos de la banda, ha firmado el manifiesto contra la lucha armada ni se ha desmarcado de las consignas de la cúpula etarra.
Desde hace casi dos meses, la histórica etarra Idoia López Riaño, La Tigresa, con 23 asesinatos a sus espaldas, se pasea por el patio de la prisión alavesa de Nanclares de Oca. Ahí es a donde el Ministerio del Interior ha trasladado a los etarras que han decidido romper con la banda y pedir perdón a sus víctimas. López Riaño, que cumplía antes condena en el penal pontevedrés de A Lama, escribió previamente una carta de su puño y letra en la que comunica la decisión tomada por ella y su pareja, Joseba Arizmendi. "Por medio de estas líneas Idoia López Riaño y Joseba Arizmendi manifestamos nuestra decisión de dejar ETA desvinculándonos totalmente de ella y de cualquier tipo de violencia", recoge el texto.
Pero entre el colectivo de presos etarras, los más duros siguen siendo mayoría. El ex jefe del aparato militar Francisco Javier García Gaztelu, Txapote, y su mujer Irantzu Gallastegui, Amaia, condenados por el secuestro y asesinato del concejal del PP de Ermua Miguel Ángel Blanco en 1997, cumplen condena sin mostrar el más mínimo arrepentimiento. Los dos etarras fueron trasladados el pasado mes de junio del penal coruñés de Teixeiro a la cárcel de Acebuche (Almería). La política penitenciaria seguida por Interior es la de acercar a las prisiones del País Vasco a los presos que de una forma u otra han roto con la organización terrorista o se han desmarcado de la lucha armada que propugna la banda. Las cárceles del sur por el contrario, como ha ocurrido con los traslados de Txapote y Amaia, son las elegidas por Instituciones Penitenciarias para trasladar a los presos de la línea dura de ETA. En lo que va de año, el Ministerio del Interior trasladó a más de 60 etarras a cárceles alejadas del País Vasco.
http://noticiasvigilantes.foroactivo.com/terrorismo-f19/los-presos-de-eta-en-galicia-eluden-condenar-la-violencia-y-pedir-perdon-t8023.htm