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La odisea de denunciar un ataque sexual en el Metro

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La odisea de denunciar un ataque sexual en el Metro
Ocho horas esperó “Angélica” para que la policía actuara contra el hombre que la manoseó

“Poli, poli, ese tipo me agarró una nalga”, gritó “Angélica” cuando acababa de abordar el Metro en la estación Chabacano. La agresión sexual ya estaba consumada.

Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas; tenía los puños completamente cerrados y la voz temblorosa no la dejaba ni hablar. Los vigilantes se apresuraron a detener al señalado, quien aseguraba que no había hecho nada.

Diariamente decenas de mujeres sufren diferentes tipos de abuso sexual [aquellos actos que se realizan sin el propósito de llegar a la cópula y sin el consentimiento de la persona] cuando abordan el transporte público. Muchas no hacen uso de sus derechos, ya sea por desconocimiento o porque prefieren ahorrarse las horas que pasarán en las instancias gubernamentales. Así que se limitan a guardarse el coraje y cambiar de lugar. De hecho, sólo se denuncian tres casos en promedio al día, informó Juana Camila Bautista, fiscal de Delitos Sexuales de la Procuraduría General Justicia del Distrito Federal (PGJDF).

“Angélica” pasó a formar parte de las estadísticas del Instituto de las Mujeres local, de la PGJDF y del Sistema de Transporte Colectivo-Metro, que son las instituciones que la atendieron después de sufrir el atraco, al decidir proceder legalmente en contra de su agresor; esas cifras que sí van a los registros oficiales porque se denuncia.

Obstáculos de la policía

En el caso de “Angélica”, la agresión se cometió a las 15:00 horas aproximadamente. Las autoridades del Metro pidieron una patrulla que trasladó al presunto responsable al Ministerio Público. Mientras tanto, la víctima fue llevada al módulo de Balderas, donde la atendió una abogada especializada del Inmujeres-DF, quien le explicó que si decidía continuar con el proceso iba a perder mucho tiempo, que probablemente en la Agencia Especializada en Delitos Sexuales intentarían disuadirla, pero que ella estaba en su derecho de seguir.

“Debes poner mucha atención en lo que dirás, acuérdate exactamente con qué mano fue, si estabas o no arriba del vagón, a cuánta distancia estaba él, a cuánta los vigilantes, todos. No dudes y jamás cambies lo dicho. El proceso es largo, no te pongas nerviosa y recuerda que no estás sola”, le dijo la abogada.

Se dirigieron a la Agencia Especializada en Delitos Sexuales de la delegación Cuauhtémoc, pues según informes recibidos en el módulo, era el Ministerio Público con menor carga de trabajo a esa hora. “Este tipo de abusos son los más comunes. A los hombres se les hace muy fácil poder tocarnos cuando vamos pasando y jamás piensan en las consecuencias”, comentó la defensora.

La abogada encargada de atender el caso tiene la obligación de acompañar a la víctima durante todo el proceso para ofrecerle mayor seguridad y confianza, aseguró Verónica González Márquez, coordinadora de la Operación de los módulos del Programa Viajemos Seguras.

Según elementos de seguridad del STC, en promedio por día se reportan seis casos, de los cuales en sólo dos inician un proceso legal. González Márquez explica que las cifras varían y que no se puede tener un promedio exacto. “Los agresores buscan el anonimato, buscan pasar desapercibidos”, dice.

A las 17:15 horas, “Angélica” fue interrogada por la secretaria del MP, quien determinó que el acto sí era un delito.

Contó: “Iba a ver a mi tía en Escuadrón 201, transbordé en Chabacano. Esperaba el tren; tenía un libro en la mano derecha y en la izquierda mi mochila. Se abrió la primera puerta que está del lado que separa a los trenes, por ahí ingresó el tipo. Cuando se abren las puertas de mi lado y acababa de subir el vagón, sentí que me tocaron, volteé y vi que apenas estaba retirando su mano”, relató aún muy nerviosa. “Le grité, pero me ignoró. Entonces vi a los polis y pedí ayuda”. La secretaria le aclaró que el caso sería difícil puesto que ella estaba dentro del vagón, lo que provocaba que fuera delito sexual agravado, es decir, el probable responsable no alcanzaba fianza.

“Tú eres la víctima, no la victimaria”

Dentro de los objetivos de Viajemos Seguras está promover la denuncia, capacitar a los servidores públicos y garantizar proyectos ágiles, sencillos y efectivos para que las mujeres tengan acceso a la justicia y los agresores sean castigados, según el estatuto del programa.

En la realidad, no en todos los casos se cumplen estos lineamientos. La autoridad va poniendo trabas cuando alguien denuncia; los afectados prefieren evitarse el proceso y el delito queda impune.

Durante la valoración médica que le realizaron a “Angélica”, la doctora intentó disuadirla: era demasiado grande el castigo que el agresor recibiría comparado con lo que había hecho. “¿Te vas a quedar con ese cargo de conciencia? ¿Vas a mandar a un joven de 28 años, con la vida por delante, al reclusorio porque te agarró una pompa?”, decía la doctora. Verónica González afirmó que hay servidores públicos que evitan cumplir con su labor, pues no les gusta. “Vemos casos en los que se pasan la bolita”.

A las 19:30 “Angélica” fue trasladada con un agente ministerial, quien la volvió a interrogar. Ella cuenta que él también hizo comentarios como “pobre chavo, se va a ir al reclu, todo por baboso”.

Antes de declarar, fue valorada sicológicamente para ver qué tanto daño le había causado el ataque.

La sicóloga le comentó que son muy pocas mujeres las que llegan a su oficina. La mayoría se aburre por el tiempo que ha invertido o se sienten mal por todo lo que los funcionaron les dijeron y terminan retirando la denuncia. “Desafortunadamente la cultura de denuncia está por los suelos. Las mujeres debemos aprender que vale la pena invertir tiempo para castigar a la persona que nos hizo daño”, aseguró. Invitó a “Angélica” a que se mentalizara de que ella no era la culpable sino la víctima, y que nadie tenía el derecho de indicarle lo contrario.

Manuel Mejía, elemento de seguridad del STC, dijo que denunciar es rápido hasta llegar al MP: “No sé si no quieran trabajar o no les interesa. Retrasan el proceso e intentan disuadir a la gente”.

El tiempo, factor en contra

“Angélica” firmó su declaración poco después de las 11 de la noche. En promedio, invirtió ocho horas después de sufrir la agresión, y cuatro más una semana después cuando se le llamó al Reclusorio Oriente a ratificar su declaración.

El Inmujeres-DF sabe que el tiempo es el mayor problema que se tiene en estos casos, pues el perfil de las personas que atienden es de alguien que va de paso. Jamás van con la idea de que por una cuestión de delito sexual irán a parar al MP; además, recalcó que es necesario “hacer conciencia de que es importante la denuncia, el acceso a la justicia, porque si tú no frenas la violencia ahorita, se podrá cometer con otras mujeres. Hay que denunciar también en el sentido de protección entre nosotras mismas”. (Los nombres de la víctima y del policía de seguridad del STC-Metro han sido cambiados por protección a su identidad).
www.eluniversal.com.mx

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