La policía es la encargada de autorizar el uso de armas
16.11.08 - A. VICENTE | ALICANTE
lasprovincias.es

No todos los vigilantes de seguridad pueden llevar armas de fuego. La policía es la que decide en qué lugares está permitido que la lleven encima. "Normalmente van armados los vigilantes que trabajan en blindados, bancos o algunos casinos, polígonos o empresas concretas. También en exposiciones con objetos de valor o joyas y algunos museos", según explicaron desde CC. OO. los representantes del sector.

Pero esto no quiere decir que en todos estos sitios se vaya armado. "La policía es la que hace una valoración de la zona y el lugar además de cuántas armas se pueden tener. Puede permitir ocho efectivos de seguridad pero que sólo uno lleve un arma". Según las mismas fuentes, a los dos años de inactividad se pierde la licencia y "hay que volver a pasar las pruebas. Hay que renovar la licencia cada cierto tiempo y si no se aprueba el mínimo no se concede de nuevo".

En el caso de las joyerías, los vigilantes de seguridad no tienen porque llevar arma si no les autorizan y ni siquiera pueden actuar desde la vía pública.

gasteiz. En Euskadi hay un arma de fuego por cada 13,6 habitantes, según los datos aportados por la Intervención de Armas y Explosivos de la Guardia Civil correspondientes a 2009. Sin contar las pistolas, revólveres y escopetas reglamentarias que portan los casi 15.000 policías censados en la Comunidad Autónoma Vasca, entre la Ertzaintza, la Guardia Civil, la Policía Nacional y las policías locales; y las armas pertenecientes al Ejército, en los tres territorios hay 157.665 armas legales, casi un 2% menos de las que se contaron en 2003. La tasa de armas de fuego es ligeramente inferior a la media española, donde hay una por cada 15 habitantes, para un total de tres millones registradas.

Así, la mayoría de las licencias concedidas por la Guardia Civil en Euskadi son de tipo D y E, para caza mayor y menor respectivamente. La licencia de armas de tipo D, para caza mayor, autoriza a disparar rifles de gran calibre. Cada uno de los 8.952 titulares de estos permisos registrados en Euskadi puede almacenar hasta cinco, eso sí, debidamente depositadas en cajas fuertes específicas en el domicilio o en las instalaciones de empresas especializadas en la custodia de armas.

Estas licencias D se renuevan cada cinco años, pero en el caso de los mayores de 60 años hay que acudir a la Guardia Civil cada dos años, y en el de los mayores de 70, la vigencia del permiso es de tan solo un año.

La licencia E, para caza menor, es imprescindible para poseer hasta doce armas de las siguientes características: rifles de tiro deportivo del calibre 22 americano, escopetas de caza y armas de aire comprimido o gas cuya energía cinética supere los 24,2 julios. Se trata del permiso más demandado en el País Vasco, con 146.141 titulares en 2009.

Las licencias A corresponden a los cuerpos de seguridad, al Ejército y a Vigilancia Aduanera, y quedan fuera del cómputo de la Guardia Civil, y por otro lado están las licencias B y C. Las primeras, 557 en Euskadi, se conceden a detectives o personas amenazadas. Las C, por su parte, se otorgan a vigilantes de seguridad. Por último, los aficionados al tiro deportivo deben contar con una licencia F, que restringe el uso de las armas a galerías o campos de tiro autorizados. En 2009 se han concedido o renovado 2.015 de estos permisos.

Más de 58.000 ciudadanos de la provincia disponen en la actualidad de licencia de armas. La inmensa mayoría son cazadores, pero en medio de este heterogéneo grupo también hay más de 600 menores aficionados a la caza y una decena de particulares autorizados para llevar pistola por padecer un riesgo especial, pese a que no formen parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Los datos del departamento de Intervención de la Guardia Civil, competente en todo lo que atañe a los permisos en este ámbito, revelan que en el último año se ha producido un aumento generalizado de peticiones de autorización, entre las que se encuentran las que atañen a menores de entre 14 y 18 años de edad.

Si en el 2006 eran 399 los habilitados para practicar la actividad cinegética con escopeta, a principios de este año la cifra superaba ya los 600 permisos, concretamente 601, un 50,6% más. Las restricciones legales que rigen para este colectivo aparecen bien definidas en el reglamento: un menor con arma de fuego debe ir siempre acompañado de un adulto que también disponga de licencia. Tiene que adjuntar un informe de aptitudes psicofísicas, junto con otros documentos como el compromiso de los padres o tutores de que se responsabilizan del adolescente cuando éste maneja el arma, ya sea para cazar o en la competición deportiva.

El gremio de la seguridad privada dispone de 1.100 licencias. En esta actividad, la tendencia en las solicitudes también se sitúa al alza; en los dos últimos años, en concreto, el aumento ha sido del 11%. No obstante, según el informe del Instituto Armado, sólo el 40% de los vigilantes de seguridad trabaja habitualmente con armas de fuego. El resto, aun contado con la habilitación oportuna, han de depositar la licencia en la Intervención: "Hay que tener en cuenta que este tipo de autorización sólo ampara la utilización del arma durante el tiempo de servicio, quedando supeditada al mismo", informaron fuentes del Instituto Armado.

Pero es la actividad cinegética la que aglutina la mayoría de los permisos. Según los datos del Instituto Armado, 46.700 personas están autorizados a manejar escopetas para practicar caza menor y un 18%, para usar rifles propios de la caza mayor. Las licencias para actividades cinegéticas, por tanto, suponen más del 95% del total.

Para obtener licencia de armas por primera vez, el interesado tiene, obligatoriamente, que someterse a dos pruebas de capacitación. La primera consiste en un test teórico sobre el funcionamiento de las armas, las medidas de seguridad o la documentación que tienen que portar en todo momento. La segunda parte es práctica, de modo que el solicitante tiene que demostrar, entre otros aspectos, que sabe armar y desarmar y, a continuación, tiene que realizar dos disparos sobre un blanco. La Guardia Civil le requiere, además, un informe de conducta, un documento que acredite que carece de antecedentes penales, un informe de aptitud psicofísica y la acreditación de que el interesado se dedica realmente al ejercicio de la caza o que practica el tiro deportivo.

Con todo, el trabajo fundamental del servicio de Intervenciones de la Comandancia se centra en la revisión de las autorizaciones en vigor, que han de renovarse cada tres o cinco años, según el tipo de permiso, informó la Guardia Civil. Durante el pasado año, se tramitaron unos 5.800 expedientes. Los agentes tienen que comprobar las circunstancias personales de los titulares.