Madrid-
La red suburbana de Madrid es, desde los terroríficos atentados del 11 de marzo, mucho más segura. El Gobierno regional y el Ayuntamiento aumentaron, tras aquella fecha, las medidas de control: más cámaras, más vigilantes... Pero nadie propuso, o al menos no trascendió, llevar los perros al metro, bajarlos a los andenes para que vigi- laran mochilas y disuadieran a los portadores de malas ideas. Hasta ahora, cuando los últimos incidentes –el empujón que un desequilibrado dio a una chica tirándola a las vías segundos antes de que pasara el convoy y el doble apuñalamiento de un vigilante– han dado otra vez la voz de alarma.
Y aunque los últimos datos dicen que la inseguridad ha descendido, nunca está de más completar las medidas. El dispositivo de Metro tras la masacre de los cercanías causó un descenso de delitos de un 11%, según se extrae de un informe interno de la empresa pública que realizó como balance de su primer año de implantación.
Con el fin de cerrar hasta el último agujero que se pueda producir en la seguridad, Metro de Madrid pondrá en marcha por primera vez unidades caninas –compuesta cada una por dos agentes de seguridad privada y un perro– a mediados de noviembre, que tendrán encomendada una labor de prevención de delitos, especialmente en aquellas zonas donde haya un problema continuado de seguridad.
La propuesta, tal y como ha podido saber este periódico, se realizó a finales de la pasada semana y la idea es que cuatro unidades, en lo que será la puesta en marcha de la experiencia, piloto se encarguen de velar por la integridad de los viajeros.


Rondas nocturnas por los andenes. Los perros centrarán sus trabajos, fundamentalmente, en dos ámbitos: los intercambiadores de transporte y las cocheras. Asimismo, está previsto que participen junto con los guardias de seguridad en las rondas nocturnas por los andenes. La propuesta es que estas unidades estén de servicio durante 18 horas. Además, dos animales, con sus correspondientes guardias de seguridad, deberán permanecer durante diez horas vigilando las cocheras y demás establecimientos del suburbano. Los otros dos perros acompañarán a los guardias jurados en la ronda nocturna durante ocho horas.
Si la prueba es satisfactoria, Metro planea instalar perreras propias en alguna de sus dependencias, tal y como se hace en la otra gran red suburbana del país, Barcelona.
Según precisaron las fuentes informantes, hasta la fecha la empresa pública de transporte suburbano no había empleado el servicio de perros de seguridad. Bien es cierto que esta experiencia no es ajena al sector del transporte en España, ya que se utilizan desde hace varios años.
Buen ejemplo de ello fueron los atentados del terrorismo islámico tanto en Madrid como en Londres. La Policía Nacional desplegó a los perros por andenes y por las terminales ferroviarias y aeroportuarias con el fin de prevenir cualquier tipo de acto terrorista. En lo que respecta al Metro, en la actualidad, tanto el Metro de Bilbao como el ya mencionado de Barcelona emplean a perros en las labores de seguridad.


Formación para los vigilantes. El lugar de referencia en el uso de animales es, sin lugar a dudas Barcelona. «Allí, tras un concurso para su adjudicación, la empresa de seguridad creó una unidad canina y han destinado una serie de vigilantes que, tras pasar el pertinente curso de formación específico, desarrollan su trabajo de forma autónoma por las estaciones y depósitos», precisaron las fuentes.
La puesta en marcha de este nuevo sistema de vigilancia y seguridad obligará a los agentes privados a recibir la pertinente formación para manejar a los perros. «Los vigilantes deberán ser expertos en el tratamiento y utilización de los perros, por lo que tendrán que realizar los cursos de formación pertinentes para acreditar su capacitación para el manejo», aseguraron las fuentes informantes.
Desde Metro se estima que la media de duración de los cursos de formación para uno de los guías es, aproximadamente, de unas cinco semanas. Uno de los aspectos en los que se pone especial énfasis en la relación agente-perro es que el animal acompaña siempre al mismo vigilante. De esta forma, se acostumbra a las reacciones y órdenes de su guía para obtener el mayor grado de efectividad en el servicio.
Uno de los motivos que ha llevado a Metro a tomar esta decisión es la más que previsible apertura del suburbano 24 horas los fines de semana. El asunto no está, por el momento, ni mucho menos cerrado, ya que ha negociarse con los sindicatos aunque es un compromiso adquirido por la presidenta regional. Concretamente, la apertura está prevista que sea de viernes a domingo de forma ininterrumpida.
Con los perros se trata de conseguir un aumento de la seguridad subjetiva de los viajeros, es decir, reforzar esa sensación de control y de que existe vigilancia. Asimismo, se persigue reducir los actos vandálicos de los «grafitteros» en cocheras de convoyes y lugares similares; que ayuden a los vigilantes en acciones muy puntuales, especialmente en lo que se refiera a los desalojos y, como no podía ser de otra manera, contribuyan a reducir el número de delitos que se cometen en la red de Metro de Madrid.
En 2003 se produjeron en el Metro 2.281 delitos, cifra que, en 2004 bajó hasta los 2.092 y eso a pesar de que se había producido un importante aumento del número de viajeros, hasta llegar a más de 600 millones de usuarios. El presupuesto de seguridad para el metro fue, el año pasado, de casi 60 millones de euros, cifra que se verá aumentada sin duda al poner en marcha esta experiencia con perros, toda vez que además hay que formar a los vigilantes.